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sábado, 10 de octubre de 2015

10 de Octubre de 2015

Sábado

Samuel ha dormido mal y el catarro le hace sentir malestar general. Rezamos en casa y después del desayuno se acuesta un rato, mientras yo salgo a hacer encargos en la ciudad. Tenemos luz pero internet no funciona. Varias personas nos vienen a visitar y volvemos a comer fuera, pues seguimos sin el cocinero.
        Como Samuel se encuentra mejor me acompaña a los pueblos. Él se queda en Tikonco, donde les acompaña en el rezo del rosario y yo voy a Nagoyon, donde hay una reunión de parejas muy especial, pues ha habido una disensión seria en una de ellas, lo que ha hecho que los demás se sientan afectados y el grupo se sienta débil.
      Les digo abiertamente que yo no estoy aquí para solucionar problemas de este tipo, que ellos son adultos y que tienen que ser capaces de resolver estas situaciones ellos mismos, algo que me parece fundamental para hacerles sentirse adultos y capaces de tomar las cosas en sus manos sin necesidad de que yo intervenga.
        Creo que lo han comprendido y me prometen dar de nuevo los pasos que han dado para ver si ahora surte los efectos que hasta ahora no ha dado.
       No he querido saber nada del problema que tiene la pareja para que se den bien cuenta que no vengo a administrar justicia, sino que estoy con ellos para acompañarles y esto creo que se nota y lo veo yo mismo, que en el tiempo que no he estado con ellos se han sentido solos. Pero una cosa es que estén solos y otra que no se les trate como los adultos que son.
        Con la promesa de que volverán a hacer un esfuerzo por que se resuelva el problema nos despedimos y voy a rezar el rosario a Balei a la vez que llevo en el vehículo a los maestros de la escuela que han venido a la reunión de las parejas.
       Allí está la mujer que no ha venido a la reunión de las parejas y me encuentro con que sus dos hijos de corta edad vienen a saludarme efusivamente. Les acojo con cariño y puedo ver en sus rostros el reflejo del problema que viven sus padres.
      Su madre me viene a saludar y la recibo con respeto y creo que ella se da bien cuenta de la situación aunque no hagamos referencia al problema que están viviendo las parejas.
       Como he venido a rezar el rosario vamos a la casa en que están preparados los bancos y los dos hijos de la pareja con problemas, están conmigo, en mis brazos durante largo rato hasta que se quedan dormidos, pues la noche ha llegado mientras rezamos.
      Al finalizar el rosario, cuando vuelvo hacia el coche acompañado de unos cuantos que vienen en la misma dirección, la madre de los dos críos me dice que quiere volver conmigo a su casa… Es algo que no me esperaba, pero que me llena de alegría, el pensar que lo que era un problema enorme, ha entrado en vías de solución.
        Samuel me esperaba hacía rato en Tikonko donde rezaron el rosario y él se encuentra bastante mejor.

        En casa tenemos luz, pero no hay internet. La comunicación no es siempre evidente.

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