Samuel ha dormido mal y el catarro le hace sentir
malestar general. Rezamos en casa y después del desayuno se acuesta un rato,
mientras yo salgo a hacer encargos en la ciudad. Tenemos luz pero internet no
funciona. Varias personas nos vienen a visitar y volvemos a comer fuera, pues
seguimos sin el cocinero.
Como Samuel se encuentra mejor me
acompaña a los pueblos. Él se queda en Tikonco, donde les acompaña en el rezo
del rosario y yo voy a Nagoyon, donde hay una reunión de parejas muy especial,
pues ha habido una disensión seria en una de ellas, lo que ha hecho que los
demás se sientan afectados y el grupo se sienta débil.
Les digo abiertamente que yo no estoy aquí para
solucionar problemas de este tipo, que ellos son adultos y que tienen que ser
capaces de resolver estas situaciones ellos mismos, algo que me parece
fundamental para hacerles sentirse adultos y capaces de tomar las cosas en sus
manos sin necesidad de que yo intervenga.
Creo que lo han comprendido y me
prometen dar de nuevo los pasos que han dado para ver si ahora surte los efectos
que hasta ahora no ha dado.
No he querido saber nada del problema que tiene la
pareja para que se den bien cuenta que no vengo a administrar justicia, sino que
estoy con ellos para acompañarles y esto creo que se nota y lo veo yo mismo, que
en el tiempo que no he estado con ellos se han sentido solos. Pero una cosa es
que estén solos y otra que no se les trate como los adultos que son.
Con la promesa de que volverán a
hacer un esfuerzo por que se resuelva el problema nos despedimos y voy a rezar
el rosario a Balei a la vez que llevo en el vehículo a los maestros de la
escuela que han venido a la reunión de las parejas.
Allí está la mujer que no ha venido a la reunión de las
parejas y me encuentro con que sus dos hijos de corta edad vienen a saludarme
efusivamente. Les acojo con cariño y puedo ver en sus rostros el reflejo del
problema que viven sus padres.
Su madre me viene a saludar y la recibo con respeto y
creo que ella se da bien cuenta de la situación aunque no hagamos referencia al
problema que están viviendo las parejas.
Como he venido a rezar el rosario vamos a la casa en que
están preparados los bancos y los dos hijos de la pareja con problemas, están
conmigo, en mis brazos durante largo rato hasta que se quedan dormidos, pues la
noche ha llegado mientras rezamos.
Al finalizar el rosario, cuando vuelvo hacia el coche
acompañado de unos cuantos que vienen en la misma dirección, la madre de los dos
críos me dice que quiere volver conmigo a su casa… Es algo que no me esperaba,
pero que me llena de alegría, el pensar que lo que era un problema enorme, ha
entrado en vías de solución.
Samuel me esperaba hacía rato en
Tikonko donde rezaron el rosario y él se encuentra bastante mejor.
En casa tenemos luz, pero no hay
internet. La comunicación no es siempre evidente.
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