Temprano voy a rezar a la capilla. Después estudio un rato y voy a ver al
profe de lengua local que me espera en la uni. Nos pasamos el rato viendo el
esquema de los verbos en inglés que le he presentado y me promete tener algo
parecido para el próximo encuentro que tengamos.
Llamo a la señora Cecilia para ver si me acompaña como suele hacer otros
viernes a Cassama, pero me dice que está ocupada, lo que me hace ir solo. El
camino es largo y complicado, pero el pensar que me voy a encontrar con la gente
que me espera, me anima en el recorrido.
Ha habido una lluvia local bastante abundante y los efectos se hacen
notar. Me lleva dos horas recorrer los veinticinco kilómetros que nos separan.
No hay mucha gente, pues algunos están enfermos y otros participan en una
ceremonia por un familiar difunto. Pero por lo menos los que están se alegran de
verme, lo mismo que yo con ellos. La reunión de las parejas pasa sin grandes
confidencias y esperando que la semana que viene seamos más
numerosos.
En la vuelta, cuando llego a Gbalehun, la lluvia cae con cierta
intensidad. Es de noche y busco donde están rezando, pues lo hacen por las
casas. Hay un grupo que se cobija de la lluvia en la entrada de una casa y allí
me junto con ellos y rezamos.
Cuando
terminamos ya ha dejado de llover y emprendo el camino de vuelta, pero siempre
acompañado, porque hay gente que a pesar de la lluvia y la noche, sigue andando
por los caminos y se alegran de que les lleve hasta el pueblo en el coche.
En casa, después de cenar y rezar y leer un rato, me voy a dormir, que el
esfuerzo del viaje se hace notar. Por lo menos tenemos luz.
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