Retomo lo que había dejado en agosto. He estado de
vacaciones, o buscando fondos para el mantenimiento de la misión que estamos
abriendo.
Durante este tiempo ha habido algunos cambios
importantes. La parroquia que nos habían ofrecido se hace ya una realidad
aceptada y esperamos que se haga presente el salesiano designado para encargarse
de ella, que está hasta ahora en Liberia y vendrá en noviembre.
Los pueblos han estado bastante abandonados a su suerte
por unas y otras razones, lo que provoca un gran entusiasmo el verme llegar de
nuevo hacia ellos, pues se sienten de nuevo acompañados por alguien que conocen.
El tiempo nos irá diciendo la realidad que vivimos.
Samuel, el clérigo que estará
conmigo por el momento, ha estado en la comunidad de Freetown, lo que le ha
provocado un deseo de venir lo antes posible y en los pueblos su ausencia una
mayor sensación de abandono.
Así se produce mi llegada al aeropuerto de Lungi y allí
me están esperando Samuel y Edwin, un salesiano cura, nativo de Bo, que estará
en Freetown este curso. Ambos están dispuestos a llevarme hasta Bo si no estoy
muy cansado, cosa que acepto gustoso, pues es mucho más sencillo llegar a casa
que hacer alto en la comunidad de Lungi y viajar al día siguiente.
No me ha llegado una de las maletas y me lleva bastante
tiempo reclamar. Esperemos que no tarde en venir. Esto nos ha retrasado la
salida, pero aún así los que viajamos estamos contentos del desplazamiento, en
el que nos sorprende la noche y hacemos un buen trecho del camino en las
tinieblas. Dos veces nos caen buenos chaparrones y los controles del ébola
siguen estando presentes en la carretera y se hacen menos exigentes en la noche y con la lluvia
cayendo.
Edwin nos ha conducido y lo hace rápido y seguro. Se
queda en casa de la familia y Samuel y yo venimos a la nuestra, que lleva tiempo
sin abrir y huele a humedad y moho cosa fina, lo que me hace pensar en la
necesidad del deshumidificador que pedía en la lista del contenedor.
A pesar de la humedad, logro dormir bastante bien, pues
tampoco hace mucho calor. No llegamos a los treinta grados y aunque se suda, no
es muy intensa la sensación.
Con la luz del generador y la conexión a internet, logro
enviar unos cuantos correos para decir que he llegado sin novedad.
Nos vamos a la cama llenos de planes para el día
siguiente.
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