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viernes, 16 de octubre de 2015

16 de Octubre de 2015

Viernes

Me levanto temprano y voy a rezar con los estudiantes de la uni. Hay una veintena que vienen, lo que me hace ver que merece la pena estar y animarles a que sigan viniendo y trayendo a otros compañeros. El camino está deteriorado y lleva su tiempo el recorrerlo. En casa rezo y desayuno, antes de salir a llevar comida a la pareja de ancianos que visité ayer en Mattru. Es algo que debería hacer el grupo de la cáritas, pero hasta ahora no hay nada que funcione y tienes que hacerlo tú, hasta que el grupo esté funcional.
      Hay una rueda baja de aire y hay que repararla antes que llegue la hora del viaje de la tarde. Un clavo bien grande es la causa del problema que nos resuelven los vulcanizadores.
      Hoy toca viaje al pueblo más alejado y el camino es largo debido a su mal estado. Las lluvias deterioran la pista fácilmente y el tránsito se hace costoso, pero aunque te lleve casi dos horas el recorrido, por lo menos ves que cuando llegas la gente se alegra y te esperan. Hoy ha habido las parejas, no tan numerosas como esperaba, y los niños a quienes ha dado el catecismo la señora Cecilia, que me acompaña regularmente.
        Me doy cuenta muy claramente de la necesidad que tienen de ser acompañados y alentados en el trabajo que hacen. También veo el interés qu tienen en que les venga a visitar y con ello les pido también a ellos que se esfuercen por venir, lo mismo que hago yo para llegar a su pueblo. Y el rosario es algo que todavía no tienen muy de costumbre, así que toca volver a insistir hasta que la cosa entre.
        En el pueblo siguiente rezamos el rosario en una casa. Cuando llegamos ya nos están esperando, y también hay un grupo aceptable, muchos de los cuales son críos de la escuela. Hoy el maestro no estaba, pero siempre hay alguien que sabe dirigir el rosario, aunque se confundieron en los misterios, pero como no domino su lengua, lo dejé pasar y ya veremos de arreglarlo cuando sepa un poco más de su lengua.

        La vuelta a casa es larga y cansada, pero una buena cena de lo que quedó del mediodía y un descanso reparador, a pesar del calor húmedo abundante, hacen milagros para el día siguiente.

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