Es el domund, algo que aquí tiene otro sentido del que
por lo regular vivimos en otros sitios. Estar en tierra de misión no impide el
tratar de colaborar orando y económicamente. Las colectas suman más del doble
que la semana pasada…
Salgo temprano, pues el camino es difícil de recorrer y
estoy en tres pueblos: Nagoyon, Tikonko y Towama. El ambiente es bueno y el
número de asistentes se va estabilizando.
En Tikonko han asistido el jefe y su
mujer, con quienes estuve un momento ayer por la tarde en su casa y están muy
abiertos a la colaboración en el trabajo, en particular ahora que las
actividades después del ébola se vuelven a normalizar.
Cuando vuelvo a casa tengo empapada la ropa y el alba.
Hace calor y el ambiente es muy húmedo, lo que hace que llueva con cierta
frecuencia.
Por la tarde voy un rato antes a Towama, donde me
encuentro con una criatura que no tiene ni brazos ni piernas. Saco unas fotos y
las hago ver para pedir ayuda. Después rezamos el rosario y me marcho a otro
pueblo, Mattru, donde también estuve la semana pasada. Aquí los números van
aumentando un poco y les encanta que esté con ellos. He tenido tiempo de ir a
visitar al enfermo al que llevé víveres. Sigue en la misma situación. Por lo
menos hemos rezado un momento juntos y se han quedado más
tranquilos.
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