Estamos en Lungi y dispuestos a una salida de encuentro entre los
salesianos. Nos dirigimos hacia la playa y para ello hay que atravesar la
capital y antes pasar en el transbordador, ambas cosas son experiencias para
vivir.
El transbordador es un viejo barco con capacidad para mucha gente… Hoy
estaba casi lleno, y digo casi, porque hay siempre sitio para algunos más, pero
varios miles sí que estábamos en el barco y los vehículos, unos ochenta, también
estaba completo.
Tuvimos, después de un largo y polvoriento recorrido, la llegada al borde
del mar, donde se presenta un panorama paradisíaco. Primero tuvimos una reunión
con el Rector Mayor. Nos habló de unos cuantos puntos en interés de la
Congregación y nos animó en el trabajo que realizamos. Después hubo la
posibilidad de hacer preguntas y también se hicieron sobre variados temas de la
situación de la Congregación.
Acto seguido nos dirigimos a la playa donde el agua clara y la arena
blanca crean un ambiente incomparable y allí, después de un rato de baño,
tuvimos la comida, muy bien preparada y todo bien organizado. Hubo un rato de sobremesa y a
continuación nos dirigimos a los vehículos y cada uno en su dirección. Nosotros
llevamos en el nuestro a los que iban al ferry para ir a Lungi y luego
emprendimos la ruta hacia casa. Llegamos de noche y cansados, pero un sueño
reparador nos puso en forma para el día siguiente. Joseph se quedó en Lungi para
ultimar los detalles que tiene que hacer como encargado de la acogida en la
visita del superior.
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