El miércoles de ceniza comienza en la capilla y con la oración
comunitaria. Después cada uno se dispersa por donde tiene cometidos que hacer.
Joseph dice la misa en casa donde al principio no hay mucha gente, pero al final
hay un grupo nutrido, muy considerable. Después tiene la ceniza en varias
escuelas y un total de más de un millar de alumnos y por la tarde sigue con la
misma función. Le acompaña Samuel y le ayuda en algunos momentos.
Yo voy por la mañana a Mattru, donde además de la gente que viene hoy se
suman los alumnos de la escuela, lo que hace que estemos bien llenos. Después de
la misa tenemos un rato de reunión con los que están presentes y nos proponemos
renovar el consejo. Le daremos tiempo, pero vendrá, pues hay cosas que deben
cambiar, la comunicación entre nosotros en particular. Luego voy a una casa
donde una señora ha vuelto del hospital. Se ve la gravedad por el aspecto que
tiene. Rezamos y pedimos a los que nos acompañan que sigamos rezando por
ella.
Por la tarde voy a tres pueblos y la imposición de la ceniza nos indica
los tres temas en los que debemos trabajar y a lo que invito a los que han
venido: rezar más en casa a solas y con la familia y en la iglesia participando
en la oración común. Ayunar no tanto no comer cuanto no beber, pues hay pueblos
en los que algunos beben más de lo necesario. También insisto en el fumar como
algo que merece la pena intentar dejarlo. Y la limosna tanto particular como
organizada por la comunidad y en especial la ayuda a personas que puedan estar
necesitadas a nuestro alrededor.
La experiencia es buena y agradable y el deseo de conversión creo que
está presente en nosotros al inicio de la cuaresma. Esperemos que con la ayuda
de Dios y nuestra colaboración lleguemos a convertirnos a Él.
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