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miércoles, 11 de junio de 2014

11 de Junio de 2014

Miércoles

La atención de las hermanas ha sido inmejorable y el cuidado que te prestan es increíble, en personas tan atareadas y dedicadas a su labor de servir a los enfermos que se presentan en el dispensario. La sonrisa en el rostro y el servicio delicado en cada momento son algo que no se puede olvidar y con un gracias no se debe acabar.
       El trabajo que las monjas hacen en cientos de hospitales y dispensarios a lo largo y ancho de África, y otras partes del mundo, es la mejor tarjeta de presentación de la Iglesia, y mi experiencia ha sido siempre la misma: personas generosas, entregadas, dedicadas al servicio de los que no tienen quien se ocupe de ellos. Gracias Señor por tantos testimonios de tu presencia entre la gente.
        He dormido muy bien y me siento en forma, pero creo que tengo que descansar. Después del desayuno vuelvo a dormir un rato y más tarde salgo a ver al profesor de lengua, quien me muestra un hospital que puedo utilizar la próxima vez. Es un sitio interesante y creo que contaré algo cuando necesite sus servicios.
        He hablado un buen rato con el cocinero. De nuevo tenemos nuestras pequeñas cosas, pero su reacción es buena y esperemos que siga su trabajo y sus estudios, pues creo que es la forma de hacerse un porvenir prometedor.
       También he intentado poner carburante, pero he recorrido las gasolineras y hoy no toca, todos me dicen que mañana y todas están vacías.

      La mañana avanza, el día promete lluvia y la ropa en el tendal no seca. La saco un rato al sol que da de vez en cuando y al final el coci acaba con la plancha la humedad que no se va por el ambiente.

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