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miércoles, 18 de junio de 2014

18 de Junio de 2014

Miércoles

Amanecemos con luz, pero pronto tenemos que encender el grupo electrógeno, pues se va  la corriente. He dormido y me encuentro más o menos en forma, aunque débil y sin muchas ganas, pero voy a clase sólo por el esfuerzo de hacer algo y tener que moverme.
        Después de clase me paseo por el mercado, pues quiero comprar algunas cosas y vuelvo a casa en taxi-moto, que ya han vuelto a funcionar tímidamente hoy. Y el resto de la mañana lo paso leyendo y estudiando la lengua.
        Después de la siesta tengo un buen rato de conversación con el cocinero, que ve que no puede con el trabajo y los estudios y ha decidido dejar el trabajo. Nos ponemos de acuerdo y a partir de mañana seguirá sus estudios. Quedamos como amigos y tratamos de hacer las cosas lo más fáciles para todos.
        Viene el obispo de paso para ver la propiedad y tratar de encontrar solución a los problemas de los vecinos que nos invaden. Esperemos que lleguemos a un acuerdo con los concernidos.
        Salgo hacia los pueblos, mientras Jos se queda con un grupito de oratorianos a los que intenta enseñar a leer.
       Hoy voy a Valehun y, como llego pronto, primero me doy una vuelta y voy saludando a la gente que ya está en el pueblo. Van volviendo de las granjas y están cansados del trabajo agotador, pues se hace a mano; aquí no hay ni animales ni máquinas, por el momento.
         Me encuentro con un maestro y le propongo que vayamos a visitar otros pueblos. Aquí la ventaja es que por ahora hay camino transitable en el vehículo, lo que nos permite ir a varios sitios en un día.
        Hoy he visitado Kpakruma, un pueblo que ya había visitado otra vez. Tienes que atravesar un riachuelo que ahora va crecido y después hay unos bambúes inmensos que te dan una sensación muy agradable a la entrada del pueblo.
       Como este ya le he visitado y me invitan a ir más lejos, seguimos, y me llevan a Wubunge, pueblo del que me dicen que había dos cristianos, uno de los cuales ha muerto y el otro está en la granja. Por lo menos vamos visitando y tratando de encontrar a la gente. En este pueblo hay una escuela.
      He intentado hacer un sitio de referencia central, Valehun, y desde allí llegar a los demás pueblos, y los maestros me ayudan en el reconocimiento del terreno. No tengo prisa en ir a los pueblos, pero sí ir conociendo la realidad poco a copo y poder acercarme a los que son cristianos y poder encontrarlos, saludarlos  y que sientan que alguien está cerca de ellos.
       Finalmente he llegado a Juring, un pueblo que me ha parecido muy bonito y que está al borde del río Sewa, que ahora lleva mucha agua, pero que me dicen que en momento de seca se puede pasar sin problema. 
         Me he acercado hasta el río, pero hoy no he tomado ninguna foto, no quiero parecer el turista que llega, sólo he venido para saludar y, hay alguien que se presenta y dice que se llama Miguel, que es catequista. Me encanta escuchar tal noticia y además ver que habla bien inglés. El maestro que me acompaña le invita a que venga el domingo a la oración y acepta venir. Esperemos que cumpla su palabra y que tengamos ya una cabeza de puente en que apoyarnos en los nuevos pueblos.
       A la vuelta a Valehun, estoy mojado de sudor, cansado y con ganas de volver a casa, pero me tomo las cosas con paciencia y la oración que debería empezar a las siete, lo hace con mucho retraso. Yo aprovecho para pasarles fotos de las que he sacado en el pueblo y la gente está admirada y contenta de verse en el ordenador.
       Cuando finalmente empezamos la oración, vuelvo de nuevo con el tema de los faros, el desierto y las construcciones. Lo siguen con interés y prometen reunirse para rezar de forma regular y luego tratar de ver qué es lo que deben hacer como grupo para cambiar la situación en el pueblo.
      Hemos estado casi una hora con diapositivas y explicaciones. Están atentos, están interesados y también están cansados, pues el día en el campo agota a cualquiera; pero al final todos estamos contentos y animados a seguir rezando y pidiendo a Dios que nos ilumine y nos muestre el camino que debemos seguir.

       La vuelta a casa es más tarde que los otros días, pero no hay problemas, pues el camino está seco y lo conozco ya bastante bien. Estoy cansado del día, pero muy contento de las diversas experiencias que he vivido y agradeciendo a Dios las oportunidades que me da cada día de estar con esta su gente.

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