Por la mañana
Jos va a una reunión y vuelve a la hora de ir a comer a casa del obispo, que nos
ha invitado. Yo empleo el tiempo en estudiar, leer, trasplantar papayas y
limpiar la habitación.
Comemos con el obispo y después salimos directamente hacia los pueblos,
pasando antes por una iglesia en construcción que ha tenido problemas, pues hay
varios paños del muro que el viento ha hecho caer. La realidad es que no está
bien construido y así cualquier cosa lo puede hacer caer y quizás ha sido mejor
que se caiga en la construcción y se vea lo que no estaba bien hecho que en otro
momento en que pudiera estar llena de gente.
Llegamos a Valehun y los alumnos de la escuela nos reciben cantando.
Vemos el edificio de la iglesia, que es pequeño y luego vamos para la reunión
aun aula de la escuela, pues son grandes y bien ventiladas.
La
recepción va según lo previsto y la mayor preocupación que presentan es la
escuela. El obispo les hace ver que esa no su primera preocupación y les orienta
hacia el responsable de las escuelas, no sin darles un papel con una
recomendación, que puede ser muy interesante para que les ayude en su
empeño.
En total
hay unos ciento cincuenta, de los que más de cien son alumnos de la escuela y
algunos de secundaria. Los adultos, una treintena, son del pueblo, pues han
venido a saludar al obispo, aunque sean de otras confesiones. Las relaciones
entre las diversas confesiones son buenas y se respetan y en la escuela todos
colaboran.
Han
preparado unas cuantas ofrendas, piñas, cocos, aceite rojo, lo que ellos
producen, pues ayer les hice ver que no se trata de hacer regalos costosos, sino
algo que manifieste su agradecimiento a quien viene por primera vez, pero de lo
que ellos tienen a disposición.
Acabamos con el
rezo y la bendición del obispo. La gente está contenta y la experiencia creo que
ha sido buena y espero, que como en otras ocasiones que el obispo venía a
visitar las comunidades, la reacción sea clara de que el número de cristianos aumenta
sensiblemente.
Al pueblo
siguiente llegamos y ya nos están esperando. Nos acoge la coral con cantos, lo
mismo que en el anterior fueron los niños de la escuela.
Seguimos le mismo esquema y en la presentación me sorprendo cuando veo
que hay un grupo que ha venido de Lembema, el pueblo de las sorpresas y la de
hoy ha sido agradable.
He
organizado las cosas de forma que intervengan y presenten las cosas ellos y en
número elevado, para dar a cada uno su papel y que yo no tenga que decir nada.
Así quiero que ellos sean los protagonistas del encuentro y los que le hagan
preguntas al obispo y tengan respuesta a sus preocupaciones.
Una de las cosas que el obispo ha percibido es la forma diferente de
vivir las cosas aquí, en particular en el momento que se ha presentado el grupo
de matrimonios, pues han mostrado un talante muy especial y se ha visto que hay
algo nuevo en el ambiente de este grupo.
También el obispo les ha felicitado y les ha animado en el trabajo de
construcción de la iglesia que están preparando, viendo que tienen el terreno,
varios miles de ladrillos hechos, un campo de dos hectáreas plantado de
mandioca, cosa que han hecho para sacar fondos para la construcción y que lo que
ahora sirve de iglesia es tan reducido que no vale la pena pensar ni en
renovarlo.
Luego hubo las ofrendas y la visita al pueblo de al lado, pues el maestro
se ha quedado allí con los alumnos de la escuela. Por lo menos ha permitido al
obispo ver la realidad de otro pueblo con el que se comparte escuela y el
interés de todos en avanzar para que los alumnos puedan tener las facilidades
que necesitan.
A la
vuelta a casa nos hemos parado en Tikonko donde por primera vez he visitado el
terreno que se está preparando para construir una iglesia y que nos ayuda el
obispo a conseguirlo.
Al
final del día estamos cansados del recorrido hecho, pero muy satisfechos, el
obispo en particular, de haber conocido una nueva realidad y ver que hay algo
que se está moviendo y que la gente vive para ello.
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