Por lo menos he
dormido bien y tengo ánimos de emprender el trabajo. La mañana amenaza lluvia,
pero se contiene. Hay una cierta niebla y un ambiente de calor como antes de que
se ponga a llover.
Dejo a Jos
en Tikonko y voy a Valehun, donde el domingo pasado no estuve presente. Hoy les
cuesta arrancar. Saludo a la gente por las casas, pero me vuelvo a la iglesia y
me siento esperando que lleguen, pues estar de pie me agota.
Ya me ha advertido el maestro que hoy en el pueblo hay ceremonia
tradicional, lo que quiere decir que la presencia de la gente no será numerosa
como otras veces.
Celebramos la Trinidad y explico con el ejemplo de las
tres piedras necesarias para hacer el fuego, la idea de Dios trino y uno… Otra
cosa es lo que comprendan; lo mismo que trato de hacer con la imagen de la
familia, padre, madre e hijo, para dar sensación de la cercanía de Dios que
viene a nosotros.
Al
final somos más de sesenta, y los adultos una decena. En la colecta ha
habido dos perras chicas y una
piña, y en el viaje de vuelta alguien que me ha acompañado y gente que hemos
encontrado en camino.
En
el pueblo siguiente hay gente que espera y les paso las dispositivas que les
había prometido la semana anterior de los faros y el desierto. Cuesta lo suyo
por el día hacer ver la pantalla del ordenador y reconocer algo que le es
difícil de identificar, pero la buena voluntad también cuenta y acabamos
entendiéndonos.
La
cuestión es que después de la explicación hay la pregunta de qué vamos a
construir nosotros en nuestro pueblo… Cosa que no tengo prisa porque me
respondan y prefiero hacer varias veces la pregunta de diversas formas, pero la
respuesta no se la pido por ahora, espero que reaccionen ellos y me lo digan en
otro momento.
La misa es
larga, pues después explicamos la fiesta que celebramos, la Trinidad, pero la
gente aguanta, lo mismo que el tiempo que a veces se arruga, pero por suerte no
acaba de soltarse a llover.
La señora
de ayer no se ha presentado. Y también hemos comenzado el sistema de entrar en
el vehículo pagando. Hoy ha habido una señora que transportaba un saco bien
pesado a la ciudad y estaba muy contenta del servicio. También dos estudiantes,
que han pasado gratis.
En varios momentos me he sentido cansado, pero no ha habido mayor
problema. He legrado aguantar hasta el final y al volver a casa, después de
comer, una buena siesta, ayuda a reponer fuerzas.
Lembema es el sitio de las sorpresas y así me lo planteo, a ver lo que
sale. Hoy he llevado el calendario a la señora mayor que en cuanto me ha visto
con el calendario ha comenzado a
manifestar una gran alegría. Hemos rezado juntos el avemaría y luego, se lo ha
enseñado a todos y cada uno de los que pasaban. Intentaré dejar alguno más para
que Ella haga su trabajo con la gente.
Me
he paseado por el pueblo y aun estando cansado y sintiendo la fatiga, he
aprovechado para hacer unas cuantas fotos a la señora con el calendario, así
como a otros que estaban sacando aceite de la prensa y a las peluqueras, que hoy
estaban muy activas. Hacen verdaderas obras de arte con los peinados y las
mujeres son coquetas, incluso desde niñas bien pequeñas, ya les trenzan y peinan
como a las mayores.
Hemos rezado una veintena de niños y una decena de adultos y me he vuelto
a casa, pues el cansancio se hacía sentir. En el camino siempre hay viajeros
dispuestos a subir al vehículo y la sonrisa te dice lo contentos que están por
el servicio.
Al
final del día siento el cansancio de lo hecho y la debilidad del paludismo
pasado, pero estoy contento de hacer podido realizar todas las tareas y
encontrarme en forma y con ganas de seguir en la brecha.
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