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domingo, 15 de junio de 2014

15 de Junio de 2014

Domingo

Por lo menos he dormido bien y tengo ánimos de emprender el trabajo. La mañana amenaza lluvia, pero se contiene. Hay una cierta niebla y un ambiente de calor como antes de que se ponga a llover.
       Dejo a Jos en Tikonko y voy a Valehun, donde el domingo pasado no estuve presente. Hoy les cuesta arrancar. Saludo a la gente por las casas, pero me vuelvo a la iglesia y me siento esperando que lleguen, pues estar de pie me agota.
          Ya me ha advertido el maestro que hoy en el pueblo hay ceremonia tradicional, lo que quiere decir que la presencia de la gente no será numerosa como otras veces.
Celebramos la Trinidad y explico con el ejemplo de las tres piedras necesarias para hacer el fuego, la idea de Dios trino y uno… Otra cosa es lo que comprendan; lo mismo que trato de hacer con la imagen de la familia, padre, madre e hijo, para dar sensación de la cercanía de Dios que viene a nosotros.
        Al final somos más de sesenta, y los adultos una decena. En la colecta ha habido  dos perras chicas y una piña, y en el viaje de vuelta alguien que me ha acompañado y gente que hemos encontrado en camino.
        En el pueblo siguiente hay gente que espera y les paso las dispositivas que les había prometido la semana anterior de los faros y el desierto. Cuesta lo suyo por el día hacer ver la pantalla del ordenador y reconocer algo que le es difícil de identificar, pero la buena voluntad también cuenta y acabamos entendiéndonos.
        La cuestión es que después de la explicación hay la pregunta de qué vamos a construir nosotros en nuestro pueblo… Cosa que no tengo prisa porque me respondan y prefiero hacer varias veces la pregunta de diversas formas, pero la respuesta no se la pido por ahora, espero que reaccionen ellos y me lo digan en otro momento.
      La misa es larga, pues después explicamos la fiesta que celebramos, la Trinidad, pero la gente aguanta, lo mismo que el tiempo que a veces se arruga, pero por suerte no acaba de soltarse a llover.
       La señora de ayer no se ha presentado. Y también hemos comenzado el sistema de entrar en el vehículo pagando. Hoy ha habido una señora que transportaba un saco bien pesado a la ciudad y estaba muy contenta del servicio. También dos estudiantes, que han pasado gratis.
         En varios momentos me he sentido cansado, pero no ha habido mayor problema. He legrado aguantar hasta el final y al volver a casa, después de comer, una buena siesta, ayuda a reponer fuerzas.
         Lembema es el sitio de las sorpresas y así me lo planteo, a ver lo que sale. Hoy he llevado el calendario a la señora mayor que en cuanto me ha visto con el  calendario ha comenzado a manifestar una gran alegría. Hemos rezado juntos el avemaría y luego, se lo ha enseñado a todos y cada uno de los que pasaban. Intentaré dejar alguno más para que Ella haga su trabajo con la gente.
        Me he paseado por el pueblo y aun estando cansado y sintiendo la fatiga, he aprovechado para hacer unas cuantas fotos a la señora con el calendario, así como a otros que estaban sacando aceite de la prensa y a las peluqueras, que hoy estaban muy activas. Hacen verdaderas obras de arte con los peinados y las mujeres son coquetas, incluso desde niñas bien pequeñas, ya les trenzan y peinan como a las mayores.
        Hemos rezado una veintena de niños y una decena de adultos y me he vuelto a casa, pues el cansancio se hacía sentir. En el camino siempre hay viajeros dispuestos a subir al vehículo y la sonrisa te dice lo contentos que están por el servicio.

        Al final del día siento el cansancio de lo hecho y la debilidad del paludismo pasado, pero estoy contento de hacer podido realizar todas las tareas y encontrarme en forma y con ganas de seguir en la brecha.

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