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lunes, 2 de junio de 2014

2 de Junio de 2014

Lunes

Por la noche nos ha llovido algo, nos ha acompañado la mayor parte de ella la luz eléctrica y la mañana amanece tranquila. Después del desayuno Jos va a Tikonko por cuestiones del terreno y vuelve a la hora de comer. Yo paso la mañana limpiando, estudiando y también tratando de lograr la conexión con internet, cosa que es imposible en todo el día.   
      Por la tarde voy a pueblos, primero empiezo por el del catequista en donde junto con él trabajamos un rato en la lengua. Luego vienen otras personas y acabamos hablando de diversos temas, recayendo la conversación en la sorpresa que les causa verme ir de un pueblo a otro visitando a la gente y hacerlo a pie.
       Luego voy con el catequista a Banahun, el pueblo que en el mapa aparece como Petewoma. Allí hay varias familias que suelen venir a rezar y dos que han comenzado a venir a las reuniones de parejas, que son las que están presentes en el pueblo, pues el resto están preparando los manojos de hojas de mandioca para un vehículo que ha venido y está esperando la carga para llevarla a la capital.
      Hablamos durante un rato, les hago preguntas sobre si la vida de pareja ha cambiado desde que rezan juntos y los dos  hombres hacen el mismo comentario “no nos peleamos”, a lo que las mujeres ríen. Pero se les ve a las dos parejas que tienen la alegría en el rostro.
      Como va siendo hora y veo que las cosas no avanzan, le dejo al catequista y vuelvo para casa, pues no es necesario que para la oración esté con ellos, aunque me han hecho saber que soy el primer cura que se para en el pueblo y que por ello están muy contentos. Antes de partir rezamos el padrenuestro y avemaría y les doy la bendición.

      En la vuelta no he tenido gente para viajar, pero a la ida ha habido una sorpresa, pues al llegar al cruce, una señora mayor comienza a llamarme a voz en grito y a correr hacia el vehículo. Yo no la reconozco y ella no habla inglés, pero ya sé preguntar en su lengua y ella responde que va al pueblo del catequista. Está jadeante de la carrera y no sabe desenvolverse para abrir y cerrar las puertas, pero está enormemente contenta de encontrarme y que la lleve a su pueblo, y es que por lo que supe después, ya había andado unos cuantos kilómetros antes de llegar al cruce.

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