He pasado la
noche sin dormir y por la mañana tengo mal cuerpo, pero me levanto a la hora y
participo en la oración. Después de desayunar me acuesto un rato y recupero algo
lo que no he dormido la noche.
Jos se
dedica a limpiar los muchos sitios que el coci ha dejado a medias. Al final de
la mañana vamos a comer a un bar, pues nadie nos ha preparado comida. Queremos
conocer los diversos sitios y saber donde nos sirven algo que vale la
pena.
Después
compramos fruta en el mercado y volvemos a casa pasando por el centro de
pastoral para ver de negociar la cocinera. Mañana empezaremos la nueva
fórmula.
Jos sigue
limpiando y luego con los críos del oratorio. Yo me voy a los pueblos y en el
camino me encuentro con Daniel, cuya esposa ha dado a luz y tiene algún
problema. Tiene una niña maravillosa a la que llamarán Ana. En la visita acordamos que el sábado la llevaré a casa en el
vehículo.
El
pueblo al que el catequista va a rezar hoy está a una hora de andar y todavía no
estoy para tanto recorrido, así que le digo que vaya, que les salude de mi parte
y que me preparo para mañana, cuyo pueblo está a unos veinte minutos de
marcha.
Volviendo a casa empieza a llover y la luz se ha ido. Encendemos el grupo
electrógeno para ver las noticias y consultar el correo. Estoy cansado y espero
poder dormir bien para mañana estar más en forma que hoy. Sé que son los efectos
secundarios del paludismo, pero hay que pasarlos, y vivir con ellos te cuesta su
trabajo, aunque siempre lo tomo con ánimo, que es mejor que
lamentarse.
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