Cada noche
llueve, más o menos, pero llueve, y por lo que parece no estamos aún en la época
de lluvias fuertes. Pero por la mañana las cosas están tranquilas, aunque el
cielo suele estar más o menos cubierto.
Voy
a clase con el profe que se esfuerza por explicarme cosas de la lengua y de la
cultura mende, cuando ve que estoy interesado y que le sigo y le hago preguntas.
Y después me paseo por el mercado buscando fruta, pero no hay mucho donde
elegir.
La comida que nos traen desde el centro de pastoral está bien preparada y
es agradable a la vista. Las mujeres que la preparan se esfuerzan por hacer las
cosas bien y tenernos contentos.
Después de comer
y la siesta, me voy a los pueblos, hoy a Valehun, donde me encuentro primero con
los maestros para preparar el programa de la visita del obispo que será mañana y
luego para volver a visitar los pueblos que vimos la semana pasada.
En el camino he
tenido una experiencia bonita, pues había un grupo de mujeres y cuando me han
visto me han hecho señas. Señal de que me conocen. Me he parado y hay ocho que
han entrado en el vehículo, pero como no se abre la puerta de atrás, se las han
apañado para poner los bultos que llevan atrás pasándolos por encima de los
asientos y ellas amontonarse en poco espacio. Ver la sonrisa que estas mujeres
tienen es algo que no se paga con dinero y que siempre tengo que agradecer a
Dios la oportunidad que me da de poder vivir esta situación con bastante
frecuencia.
Y cuando
estaba ensimismado en mis pensamientos, de repente, aparece una mujer bien
cargada y me hacen señas de que es de su grupo. Me paro y, como ya están bien
apretadas, se las apañan y una logra pasar al compartimento de atrás por encima
de los asientos, ya que la puerta sigue sin abrirse. La mujer entra y ocupa el
sitio de la que ha pasado atrás y todos tan contentos. Es una satisfacción ver
cómo se arreglan y son solidarias unas con otras, y en esto las mujeres son
mucho más sensibles que los hombres.
Hoy en las visitas a los pueblos hemos ido directamente al que está al
lado del río para visitar al que nos dijo que era catequista y que no vino el
domingo. Nos dice que se fue de viaje, pero que mañana vendrá a la visita del
obispo.
En la visita al pueblo vamos saludando a la gente. Hay alguien que ha
intentado reparar el techo de una casa y se ha caído y está un poco alicaído y
envuelto en una manta. Le decimos algunas palabras de ánimo y le prometemos
rezar.
Llegamos
hasta la orilla del río y vemos que va un poco más crecido, pero, también nos
hacen ver que no estamos en la época de máxima crecida y que puede subir mucho
más de lo que actualmente está.
Volvemos a Valehun, rezamos con un buen grupo de personas y los hombres
en cuento pasan dos minutos se caen de sueño. Es normal para quien ha pasado el
día en el campo trabajando. Les animo a dar gracias a Dios por el trabajo que
han hecho durante el día y a descansar lo antes posible para mañana poder estar
en forma, ir a la granja por la mañana y recibir al obispo por la
tarde.
Hoy
le evangelio nos habla de los árboles y los frutos y tratamos de comprender que
nosotros somos los árboles y que los buenos frutos se consiguen con la ayuda de
Dios, escuchando su palabra y con la oración. Esperemos hayan entendido algo.
Por lo menos les animo a rezar en familia y a irse lo antes posible a dormir,
pues están muy cansados.
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