Acabo de vivir mi primer mes de mayo en la tierra en
que me encuentro entre la gente de los pueblos. Son zonas de primera
evangelización, pues aunque hayan estado en contacto con otros anteriormente,
nunca han sido seguidas o atendidas.
Suelo visitar los pueblos una vez por semana, el
domingo, para rezar con ellos o celebrar la eucaristía, donde se puede y hay
gente que comulga. Siempre he pensado en María como la primera evangelizadora,
portadora de la Buena Nueva, portadora del Salvador y, por ello al comenzar el
mes de mayo, traté de sensibilizar a la gente sobre el rezo del rosario como una
de las formas de vivir o revivir experiencias de fe.
Lo primero que me di cuenta es que en las iglesias o
sitios que dedican a rezar no hay ninguna imagen, por lo que me parecía un poco
difícil de presentar a María sin tener la imagen de referencia.
A falta de una estatua y ante la imposibilidad de otra
cosa mejor, tengo calendarios, sí los calendarios de María Auxiliadora que se
hacen en Pamplona y que me han enviado desde allí los salesianos. Y a eso me
agarré para invitar a la gente a rezar el rosario y hacerlo no solo en la
iglesia o en el sitio donde rezan, sino también por las casas, llevando la
imagen de María y rezando ante ella.
Durante el mes de mayo he visitado regularmente los
pueblos cada día, pues sabiendo que rezan el rosario, siempre estaban en su
sitio a la hora esperada. Ello me ha permitido conocer de cerca la realidad que
cada comunidad vive y a ellos ver que el cura está cerca de ellos y les visita,
algo que antes nunca o casi, solía pasar.
Al mismo tiempo he ido acostumbrando a la gente a
rezar delante de una imagen, pues cada día les recordaba que el calendario debía
estar presente y el calendario ha ido viajando en cada pueblo, casa por casa,
donde nos hemos juntado para rezar.
Consciente de la tradición salesiana de que la
presencia de María hace el trabajo, creo que es pronto para sacar conclusiones,
pero apunta a que un buen número de personas está viniendo a rezar con nosotros
a través de Ella, pues la presencia en los últimos encuentros ha aumentado
considerablemente.
Las cosas no han sido lo mismo en los diferentes
pueblos. En algunos ya tenían costumbre de rezar el rosario y lo hacían con
soltura; en otros menos acostumbrados, hemos ayudado a hacerlo y, en alguno,
donde ni de una forma ni de otra, he tratado de repartir calendarios a los que
rezan para que atraigan a los otros.
Sé que otros reparten medallas o estampas, yo he
trabajado con lo que tenía a mano y eso eran los calendarios de María
Auxiliadora. Y espero los efectos, pues en mi última visita a un pueblo una
anciana a la que suelo saludar regularmente y siempre me pregunta que qué le he
traído… Siempre le digo que el saludo y los buenos deseos de que se encuentre
bien, que ya es importante. Ella me ha dicho que quiere una imagen como la que
ha visto a los otros… Le he dicho que la imagen es para que la recen y, si sabe
rezar, tendrá la imagen que desea.
La buena mujer
se sorprendió cuando sabe que no sé hablar en su lengua, que sólo sé saludar,
pero cuando le invité a rezar el avemaría y vio que ella no podía seguirme, algo
se le removió por dentro, pues su reacción fue positiva y me dijo que aprendería
a rezar, a lo que le respondí que tendría su calendario.
Ya le
preparado para ella, pues lo mismo que otros confían en las medallas, yo me
sirvo de los calendarios y cuando veo que las cosas no funcionan como creo que
deberían, en lugar de lamentarme, le confío el problema a Ella, pues son sus
hijos y que Ella se haga cargo. Estoy seguro que mejor solución no puedo
encontrar.
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