Volvemos a la rutina de la semana. Voy a decir misa a
Madonna y un cura viene a decir la misa en casa. Después voy a Nagoyon donde
los críos se preparan para traer las maderas para el tejado y les llevo unos
paquetes de galletas para el desayuno, por lo que están encantados. Me tengo
que volver porque tengo reunión con el obispo, que solemos tener los viernes,
pero como va a viajar, nos han convocado hoy. Le realidad es que no me entero
demasiado, pues se trata de ver cambios de personal en las parroquias y como no
hace mucho tiempo que estoy aquí, no conozco como para poder dar opiniones
objetivas. Además tengo lo efectos del paludismo y me cuesta seguir las
conversaciones, me zumban los oídos.
Cuando vuelvo me echo una buena siesta y cuando pienso
en salir, viene la lluvia y me quedo en casa leyendo. El momento de las lluvias
es esto, se pone a llover y se pasa la tarde o el día entero echando agua y la
gente en casa no se mueve a ningún sitio. Por eso ir a los pueblos quiere decir
que no encuentras a la gente, incluso a la hora de celebrar la misa. Así, que
paciencia y a ver lo que da de sí mañana.
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