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sábado, 22 de julio de 2017

22 de Julio de 2017

Sábado

22 de julio
Amanecemos sin luz y la oración es a la luz de las linternas. La misa sigue su curso y después del desayuno y la limpieza voy a la cárcel a rezar. Hoy me han querido parar, pero al final he logrado entrar y estar un buen rato con los presos que han venido a rezar y con quienes logro tener momentos muy agradables, en especial cuando comentan la experiencia que cada uno ha tenido durante la semana. Logran vivir como amigos y ya no solo dos, sino varios más, lo que hace que el ambiente sea diferente y se haga notar en el patio, algo que me alegra, pues es la forma de cambiar la vida de los que están dentro y por ello le doy gracias a Dios.
Vuelvo para la reunión del consejo de la parroquia, que nos lleva el resto de la mañana. Varios temas en cartera, entre ellos la tercera ordenación que tendremos en la parroquia este año en el mes de octubre y que ya hay que pensar en preparar buscando fondos.
Por la tarde intento ir a los pueblos pero el vehículo se niega. Hay algún fallo en la electricidad, que me hace llamar al mecánico, pero entre que tarda en venir y que está lloviendo a mares, prefiero quedarme en casa antes de tomar cualquier otra precaución.
He intentado telefonear a los que puedan estar en el pueblo, pero no hay cobertura y otros no responden. Las cosas por aquí son bastante primitivas y a ello hay que acostumbrarse. Creo que es la primera vez desde que estoy por aquí que un sábado no voy a los pueblos pero alguna vez tenía que llegar.

Entre otras cosas puedo leer, mientras espero pacientemente que el mecánico venga, porque, además, está lloviendo y las motos no circulan cuando llueve. También encuentro un momento para rezar, cosa que siempre es positivo y alentador. Por la noche me voy pronto a la cama, pues además con el catarro que arrastro,, duermo más de  lo que suelo dormir y aprovecho para estar descansado que el día se presenta movido.

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