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domingo, 30 de julio de 2017

30 de Julio de 2017

Domingo

Hoy toca levantarse temprano, pues hemos encontrado un cura que dice la misa en casa en la parroquia y así voy a los pueblos como otras veces. En Nagoyon la gente está, pero se ve que han perdido el hábito de venir por la mañana después de casi dos meses de hacerlo por la tarde. Pero están muy contentos con la iglesia nueva y el techo recién acabado.
Tikonko es la siguiente estación, donde buen número llegan tarde, pero por lo menos la presencia es aceptable. Tanto aquí como en el anterior, insisto en el tesoro que es para nosotros Jesús y cómo estamos invitados a seguirle como nuestra mejor opción.
En Towama la gente está presente en buen número ero sigue llegando con retraso una buena cantidad y les hago la misma advertencia. Después de misa tienen una reunión y me quedo para seguir lo que dicen y deciden, lo que me hace llegar a casa bastante tarde.
Me tomo el consabido plato de arroz, me echo una pequeña siesta, una buena ducha y de nuevo en marcha para la reunión con los líderes de las comunidades de los pueblos y los maestros. Por el camino voy recogiendo a los que vienen y cuentan con mi transporte y llegamos a destino con el vehículo lleno, pues también hay gente en el camino.
Le primera impresión que reciben los que no había visto la iglesia es muy positiva y todos se deshacen en elogios de lo que hemos construido. Durante la reunión les hablo de muchas y variadas cosas, de la construcción en particular y de las dificultades que hemos tenido que afrontar y cómo con tesón las hemos ido superando. El testimonio de algunos de ellos diciendo que han dejado el campo por estar en la construcción les llama la atención.
Otro tema muy claro es el recurrente que “quiero estar con ellos”, no sólo yo, sino los salesianos, pero la pregunta es si ellos están dispuestos a estar conmigo, algo que no siempre es realidad. Pero por mi parte les hago ver que estoy disponible para ellos cuando ellos estén presentes si me llaman.

Seguimos con varios pueblos concretos y con temas de presencias en la iglesia, construcciones y lo que esperamos de unos y de otros. La reunión se prolonga, pues hoy no tenemos otra cosa que hacer después y a la conclusión hay algo especial, pues siempre los que reciben han dado de comer a los que llegan, pero hoy no hay nada preparado porque no tienen comida los que han estado trabajando en la construcción. La reacción es positiva. Yo les he sugerido el que lo hagan así para hacerles ver que a pesar de la costumbre africana de recibir y dar de comer, también se puede recibir y ofrecer el trabajo que se ha hecho como un modelo. La reunión se acaba, empleamos un rato en conversaciones con unos y otros y volvemos a casa bien entrada la noche. A los que van al pueblo que la otra vez les llevé, les doy el dinero para que les lleve una moto, me sale más barato y me ahorro el esfuerzo del viaje, que hoy ha sido jornada intensa y bien aprovechada. Estoy satisfecho del trabajo y de la respuesta que unos y otros van dando y le agradezco a Dios por el tesoro de la gente que tengo entre manos, a la vez que le pido que me ayude a llevar a buen puerto el cometido que tengo en los pueblos.

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