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sábado, 17 de noviembre de 2018

17 de Noviembre de 2018

Sábado


Tenemos luz y no mucha gente a la oración. Para la misa ya hay algunos más. Christopher se une a la misa y se le ve que está con la malaria encima. Invito a los presentes a dar gracias a Dios y a pedirle que vivamos le día en su presencia. Después de la misa hay confesiones.

Tras el desayuno voy con Carlos a la cárcel y tras el papeleo de rigor, nos dicen que no podemos entrar porque el que nos debe presentar no está presente.  Así son las cosas y así hay que aceptarlas, un día pasas sin problema y otro te mandan para atrás. Tengo claro que a la cárcel voy a ayudar a la gente y no a crear conflictos, así que además de no haber podido instalarles la bomba en el pozo porque no ha llegado, tampoco podemos saludarles y rezar con ellos…

Vamos a ver al mecánico y vemos que están ocupados, les damos dinero para comprar las piezas que hay que cambiar y nos vamos a la finca donde ayer dejamos la bomba y el panel y para nuestra alegría, el agua está saliendo abundante. Instalamos el depósito en un lugar adecuado y el agua empieza a sentirse caer en su interior con la alegría de los que antes tenían que ir lejos a buscarla.

Volvemos al taller del mecánico y le dejamos le vehículo para hacer el trabajo mientras venimos a comer y dormir  un poco la siesta. Me prometen que estará para las dos y a las tres aún no han venido… Ando un poco apretado para llegar a Nagoyon, pero la realidad es que han venido muy pocos maestros y la cosa se arregla un poco a la hora de las parejas, pues hay un número aceptable y las intervenciones son juiciosas, incluso en el terreno de la ayuda mutua que antes no parecía tan claro. Les animo en el trabajo y les hago ver que en equipo las cosas son más fáciles y llevaderas. Me presentan peticiones para la motosierra y les animo a que ellos se organicen y vean lo que pueden hacer entre ellos.

En Tikonko me esperan en la iglesia. La venida ha sido con una tormenta de agua que luego sigue en pequeña escala. La reunión con las parejas aquí repite las mismas ideas y les doy ánimos para que sigan en su empeño.

El camino a casa mojado y de noche, pero consigo hacerlo sin novedad ni percance. Cenamos con luz del generador, pero más tarde es la de la ciudad la que nos ilumina.

Estoy hablando un rato con Carlos, Christopher se ha ido a la cama a cuenta de la malaria y juntos hacemos un resumen de lo vivido estos días, la sensación es agradable, lástima de la falta de las maletas, pero a pesar de ellos se han logrado muchas cosas y se puede ver con esperanza lo que haremos en el porvenir.

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