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viernes, 2 de noviembre de 2018

2 de Noviembre de 2018

Viernes


Anoche llovió abundantemente y cuando temprano por la mañana me dirijo a los pueblos, se notan los efectos del agua, el suelo está bien mojado y sigue lloviendo pero ya con poca intensidad.

Como es el día de los difuntos me han pedido misa en tres pueblos. Comienzo por Towama a las seis, es de noche y llueve, lo que hace que muchos lleguen tarde, pero al final había más de una cincuentena en la oración. Es algo normal cuando llueve, que la gente no sale o viene tarde. Les animo a rezar durante el día por los difuntos.

En el pueblo siguiente han preparado al misa en el cementerio, pero como sigue lloviendo, aunque sea poco, les sugiero que lo hagamos en la iglesia y allí van llegando no muchos, pero al final sí que hay un cierto número. Sigo animándoles a rezar por los difuntos.

En el pueblo siguiente, Balei, los críos de la escuela y unos cuantos adultos se han reunido en el cementerio del pueblo. Aquí ya es  media mañana y el sol brilla y ha dejado de llover y tenemos una celebración festiva con ofrendas, la mayoría de los críos han traído algo como ofrenda, desde plátanos de diversas clases y tamaños,  a cocos, caña de azúcar, boniatos y al final compone un buen bulto en el vehículo. Esto lo suelen hacer una o dos veces al año y yo les suelo también ayudar cuando tienen sus fiestas levando  arroz o legumbres.

La vuelta a casa es pasando por la finca y viendo lo que están haciendo los obreros y al llegar me siento cansado y me duermo un poco antes de comer, pues me recupero de forma rápida si duermo.
Inmediatamente después de comer llega el hombre que viene a ver el pozo y nos ponemos en camino hacia la finca. Me sorprende que donde nos habían dicho que no hay agua, la realidad es que hay una buena cantidad y entonces pensamos en la instalación de una bomba para la extracción.

Vuelvo a casa con la camiseta empapada y salgo hacia el cementerio donde a las cuatro vamos a tener una misa por los difuntos. Sigo sudando y empapando el alba y la casulla. La misa bien, no muy larga y buen ritmo. Cuando acabamos son casi las seis y sin tiempo que perder voy a otro pueblo donde me esperan en el cementerio para bendecir las tumbas y rezar por los difuntos. La gente se alegra al verme y juntos rezamos y recorremos las tumbas rociando con agua bendita. No tardo porque las nubes amenazan y no quiero que la gente se moje.

Me da tiempo a volver a casa trayendo a unos cuantos viandantes y antes de que comience la lluvia. Cenamos espagueti y zumo de coco y la lluvia se desata. Estamos en momento de seca, pero sigue lloviendo con una cierta asiduidad, lo que nos va a permitir segur plantando moringa en nuestro campo.

Las conversaciones en el teléfono nos ayudan a entendernos y planificar el trabajo del proyecto, además de los correos que llegan y salen.

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