Anoche
llovió abundantemente y cuando temprano por la mañana me dirijo a los pueblos, se
notan los efectos del agua, el suelo está bien mojado y sigue lloviendo pero ya
con poca intensidad.
Como es el
día de los difuntos me han pedido misa en tres pueblos. Comienzo por Towama a
las seis, es de noche y llueve, lo que hace que muchos lleguen tarde, pero al
final había más de una cincuentena en la oración. Es algo normal cuando llueve,
que la gente no sale o viene tarde. Les animo a rezar durante el día por los
difuntos.
En el pueblo
siguiente han preparado al misa en el cementerio, pero como sigue lloviendo,
aunque sea poco, les sugiero que lo hagamos en la iglesia y allí van llegando
no muchos, pero al final sí que hay un cierto número. Sigo animándoles a rezar
por los difuntos.
En el pueblo
siguiente, Balei, los críos de la escuela y unos cuantos adultos se han reunido
en el cementerio del pueblo. Aquí ya es
media mañana y el sol brilla y ha dejado de llover y tenemos una
celebración festiva con ofrendas, la mayoría de los críos han traído algo como
ofrenda, desde plátanos de diversas clases y tamaños, a cocos, caña de azúcar, boniatos y al final
compone un buen bulto en el vehículo. Esto lo suelen hacer una o dos veces al
año y yo les suelo también ayudar cuando tienen sus fiestas levando arroz o legumbres.
La vuelta a
casa es pasando por la finca y viendo lo que están haciendo los obreros y al
llegar me siento cansado y me duermo un poco antes de comer, pues me recupero
de forma rápida si duermo.
Inmediatamente
después de comer llega el hombre que viene a ver el pozo y nos ponemos en
camino hacia la finca. Me sorprende que donde nos habían dicho que no hay agua,
la realidad es que hay una buena cantidad y entonces pensamos en la instalación
de una bomba para la extracción.
Vuelvo a
casa con la camiseta empapada y salgo hacia el cementerio donde a las cuatro
vamos a tener una misa por los difuntos. Sigo sudando y empapando el alba y la
casulla. La misa bien, no muy larga y buen ritmo. Cuando acabamos son casi las
seis y sin tiempo que perder voy a otro pueblo donde me esperan en el cementerio
para bendecir las tumbas y rezar por los difuntos. La gente se alegra al verme
y juntos rezamos y recorremos las tumbas rociando con agua bendita. No tardo
porque las nubes amenazan y no quiero que la gente se moje.
Me da tiempo
a volver a casa trayendo a unos cuantos viandantes y antes de que comience la
lluvia. Cenamos espagueti y zumo de coco y la lluvia se desata. Estamos en
momento de seca, pero sigue lloviendo con una cierta asiduidad, lo que nos va a
permitir segur plantando moringa en nuestro campo.
Las
conversaciones en el teléfono nos ayudan a entendernos y planificar el trabajo
del proyecto, además de los correos que llegan y salen.
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