Vistas de página en total

domingo, 10 de febrero de 2019

10 de Febrero de 2019

Domingo



Joseph se va a los pueblos y yo digo las misas de casa. No hay luz y comenzamos con el generador, además está nublado y mucha gente llega tarde porque el sol es la orientación que tienen para la hora. Sugiero que vengan más pronto y se sumen a los que vienen y rezan el rosario, que también hay un grupito. 

La primera misa es de asistencia numerosa y la predicación sobre la llamada para predicar es el desafío que tenemos hoy ante nosotros. No estoy seguro de que lo hayan entendido, pero por lo menos lo he intentado y dejemos que la gracia de Dios también actúe. Los anuncios son cortos y queda bastante tiempo antes de la segunda misa. Estoy empapado y me escapo a cambiarme de ropa, por lo menos estaré un rato a gusto en la segunda misa. 

Comienzan unos minutos antes y hago una introducción para dar a tiempo al os que llegan, pero aún así hay un buen numero de los que llegan tarde. Repito la misma homilía y el mismo reto y sigo esperando que la gracia de Dios actúe, porque lo que es lo mío… no tengo la confianza que tiene Pedro en su oficio. 

Después de misa de nuevo me cambio la ropa sudada y estoy un rato con los que se han quedado alrededor de la iglesia, un grupo de jóvenes en particular. Subo a comer y me echo un rato la siesta. Ibrahim está a la hora de la comida y prepara la partida. 

Vuelve Joseph de los pueblos y se prepara para ir a buscar a Christopher que viene el martes, pero como tiene algunas cosas que hacer en la capital va hoy para tener el día para hacerlas mañana, con lo que me quedo solo en casa. 

Cuando estaba en el piso de abajo tratando de encontrar el fresco de la planta baja, vinieron los jóvenes que tenían reunión y les acompañé en la sala de reuniones con una buena sudada. Me fui a cambiar lo mismo que por la mañana, pero la segunda camiseta también acabó mojada como la primera. Y aunque se suda no me puedo quejar porque en Cinkansé y en Kandi el calor era bastante más intenso que el de aquí… 

Cuando se fueron los jóvenes, estuve un rato rezando el rosario por la parte de fuera hasta que vino el guardián y le abrí para que pudiera entrar. Se había ido la luz y un rato más tarde puso el generador. Escribí la crónica, leí un rato y… a dormir que mañana es otro día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario