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viernes, 1 de febrero de 2019

UNA HISTORIETA MÁS…


Hoy, fiesta de don Bosco, me dispongo a tener una jornada tranquila y pacífica de oración, como suelo hacer los jueves, ante el Santísimo expuesto en la iglesia, pero antes me voy a un pueblo a decir la misa, como suelo hacer cada jueves, y de paso, quiero visitar una escuela en la que veo que las cosas no están muy claras con los maestros y allá me dirijo con un buen grupo de mujeres que ya han hecho su caminata bien temprano cargadas con hojas de mandioca para vender en el mercado y que vuelven a casa. 

Y en el camino, uno de los neumáticos me dice que ya ha hecho suficientes kilómetros y ha entregado todo lo que tenía… Como no estoy muy lejos de la escuela, intento llegar a tiempo para el comienzo y voy acompañado por los alumnos que hacia ella se dirigen. 

Después de los buenos días a los chavales y maestros, me vuelvo al vehículo para ver de cambiar la rueda pinchada y me encuentro con que la rueda de repuesto también está sin aire, y aquí empezamos los devaneos. Primero intento llamar por teléfono para que me vengan a rescatar, tarea del todo imposible porque no hay cobertura del teléfono y aunque llamo a más de media docena de personas, no logro comunicarme con ninguna. Para todo esto ya se me ha ido más de una hora entre recorrer el camino de vuelta de la escuela, intentar desmontar la rueda, llamar a las diferentes personas… 

Si esto no funciona, hay que buscar otra manera y es ver si hay alguna moto que pasa y te quiere ayudar y por suerte aparece una con un joven muy dispuesto y servicial que amarra bien la rueda de repuesto en la parte trasera de su moto y me deja espacio entre la rueda y él para que me pueda acomodar. 

El camino es de media docena de kilómetros y lo hacemos sin inconvenientes mayores. Sí me deja molido el cuerpo a cuenta de los hoyos y los tramos de arena que nos hacen zigzaguear más de cuatro veces, pero no nos caemos y, por fin, llegamos a destino, un sitio donde hinchan las ruedas con una bomba manual, pero no te reparan un pinchazo porque las ruedas son sin cámara y eso sólo se hace en la ciudad… 

Hinchan la rueda y vemos que pierde aire por la junta con la llanta. Le ponen agua y le dan unos cuantos martillazos y sigue perdiendo aire… y entonces viene la solución de los “hábiles” que es deshinchar la rueda de nuevo, poner una buena cantidad de pasta de gari húmeda(mandioca molida) entre la llanta y el neumático y repetir la operación de hinchado de la rueda, y la solución es perfecta, pues el aire no se sale.


Vuelta al camino, vuelta a los baches y a la arena y vuelta al vehículo que una vez con la nueva rueda me lleva a la finca sin ningún contratiempo. Pero para estas alturas ya estamos en las doce y mi tiempo de oración de la mañana se ha esfumado. 

Para completar la fiesta, en la finca me encuentro con Andreas que viene con la arquitecto y quiere que les acompañe en el trabajo que van a hacer de topografía con el GPS, que como veo que va a llevar varias horas, les digo que no tengo posibilidad de estar con ellos. Pero ni así me salvo, pues la arquitecto ha traído a un periodista que le gustaría hacerme una entrevista y lo que hago es invitarle a que vayamos a casa a comer y mientras comemos podemos hablar, cosa que hacemos sin dificultad, pues nos han dejado solos ya que hemos llegado tarde. 

Después de comer en lugar de la siesta, me voy a cambiar la rueda y poner neumáticos nuevos en los que están ya muy gastados, tarea que lleva una hora y media con un sol que cae a plomo y que viendo el esfuerzo que hacen para cambiarlos, ya me hace sudar y eso estando en la sombra… Los neumáticos son los últimos que me quedan de los que me enviaron en el contenedor desde Pamplona ya hace un par de años. 

Me ha acompañado el periodista y para estas alturas ya ha grabado unas cuantas cosas y me dice que cree tener suficientes datos para lo que necesita. Me pide algunas fotos y le digo que Loli, mi fotógrafa de siempre en tierras africanas, se las puede pasar, para lo que le doy el contacto. 

Cuando volvemos a casa los de la topografía no han llegado y nos prometen llegar pronto. Me estoy un rato más acompañando al periodista, los esperados se retrasan y al final cuando llegan me tengo que ir a preparar para la misa que tendremos en la iglesia con los que hayan podido venir. 

Estoy un rato en adoración antes de dar la bendición y me doy cuenta, el día que pensaba tranquilo y en oración se ha pasado en el ajetreo de idas y venidas, pero no me siento preocupado, y sí en las manos de Dios que durante el día me ha guiado y es lo que les digo en la homilía a los que han venido a misa, además de hablarles de don Bosco y de sus sueños e invitarles a hacer lo mismo. 

Después de la misa tenemos la cena con los religiosos y religiosas que nos son cercanos y es un momento de compartir con alegría lo que hemos vivido en la jornada y darle gracias a Dios que nos ha bendecido un día más con su vida y su presencia. 

Gracias a todos. Antonio.

Los críos en la escuela

El neumático con problemas

A martillazos pero nada..

Se pone todo el alrededor


Se pone aire..


Se va apartando lo que sobra


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