Seguimos sin luz. Voy a rezar a Nagoyon. Hoy parece que también ellos se han dormido, pero poco a poco van llegando y celebramos la eucaristía con un grupo numeroso de asistentes.
Después me entretengo un momento con unos y otros mientras nos preparan un saco de compost y vengo con la gente a la finca donde Luis se encarga de seguir el trabajo y comenzar a tratar los depósitos de compost y me doy cuenta de que sabe lo suficiente como para ayudarnos en el trabajo con la gente de por aquí que no tiene demasiada idea de cómo hacerlo.
Vengo a casa y con el vehículo que tiene una rueda baja busco quien la arregle, Luego voy a visitar a los del ministerio y les entrego el plan de los árboles que necesitamos, me prometen llamarme, pero sigo esperando, aunque sigo teniendo esperanzas de poder conseguir algo positivo.
Me encuentro en la calle con alguien que me saluda y no le reconozco. Me dice que nos conocimos en la cárcel. Me da alegría el que alguien me recuerde con cariño después de habernos encontrado en un sitio tan difícil.
Luis ha venido en una moto y después de comer y echar la siesta, nos encontramos para ver los planes para mañana y volver de nuevo a ver lo de las colmenas en el carpintero, que va a buen ritmo.
Estoy en la iglesia y alguien viene a confesarse, no es algo que te ocurre cada día y sí te ayuda también en tu vida espiritual la experiencia de administrar sacramentos.
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