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sábado, 12 de abril de 2014

12 de Abril de 2014

Sábado

Por la mañana teníamos reunión de los religiosos de la diócesis, pero acabaron por no venir. Estuvimos esperando una hora, yo aproveché para estudiar un buen rato mende, y luego vinimos a casa, donde nos encontramos con el cura de la parroquia. Quiere que mañana vayamos a un pueblo, pero el problema es que ya tenemos el programa organizado y no nos queda sitio. A veces ves que hay poco previsto lo que va a venir y las cosas se .echan encima y no ves cómo afrontarlas.
       Los críos ahora que están de vacaciones están presentes todas las horas del día y nosotros seguimos con el oratorio. No les importa lo que estemos haciendo estar con ellos o hacer algo que nos toque, rezar, comer, etc.
        Por la tarde he salido con el coci de compras, pues se ha acabado el gas y teníamos que comprar; aquí no tenemos bombona de repuesto. Y me ha pasado una cosa curiosa. En pleno mercado, con gente por todas partes invadiendo hasta la calzada, llego a un paso en el que un poli está controlando. Eso lo digo ahora porque la realidad es que es un poli bajito y no le ves hasta que no le tienes delante del vehículo.
      No sé por qué se enfadó y me vino gritando. Me pidió el permiso de conducir, se lo di, y me dijo que teníamos que ir a la dirección. Imagino que allí sería cuestión de que me pusieran una multa.
       Lo que me llamó la atención fue la reacción del cocinero. Se bajó del vehículo, fue a hablar con el poli, vi cómo le pedía disculpas, se le unió otra persona que no conocía y entre los dos le convencieron para que no me pusiera la multa.
      Ya he vivido tantas trifulcas por el estilo, que estaba pacientemente esperando el desenlace en el interior del vehículo, cosa que acabó pidiéndome una mordida para el poli de un poco más de un euro y medio. Sin pensarlo, le di al coci lo que me pedía y se lo dio al poli; éste me devolvió el permiso de conducir y seguimos nuestro camino a comprar el gas.
       Esta última semana la he dedicado de forma particular a hablar con el cocinero y a tratar de hacerle sentirse a gusto en el trabajo y con las cosas que hace. Cuando estábamos juntos en el vehículo y le di las gracias, sonrió y nos miramos complacidos.
       Le hice la pregunta de si lo que acababa de hacer lo habría hecho por mí hace tres semanas… Me miró, nos sonreímos y seguimos adelante. Luego le dije que las cosas llegan de forma inesperada. Lo que yo había tratado de hacer para que él se encontrara a gusto y motivado en el trabajo, él me lo había demostrado con la reacción que acababa de tener ante el poli. Le di las gracias de nuevo y se sintió muy complacido y contento con la experiencia.
        Yo sigo agradeciendo a Dios que me da tantas ocasiones a cada paso de constatar su presencia en mi vida y en la vida de los que me rodean, a la vez que le pido que sea capaz de verle y servirle en todos y cada uno de los que me encuentre cada día.
       Después dejé a Jos en la parroquia para una reunión del consejo parroquial y yo me fui al pueblo para la reunión de las parejas. Antes de comenzar preparamos las lecturas de mañana, la pasión, y después en la reunión, ves que  las cosas van marchando poco a poco.
       Hoy ha habido una pareja que ha hablado de la experiencia de una discusión y cómo al final han logrado arreglarse sin que la cosa vaya más lejos. Les he animado a intervenir unas parejas con otras y ayudarse en estos momentos, cosa que no tienen costumbre, pero que es muy interesante la ayuda que se pueden prestar.
       El marido de otra pareja ha dicho cómo su mujer ha ido de viaje durante tres días y de regalo le ha traído un perfume. Estaba muy contento del detalle. Imagino que no suele ser corriente el que se haga algo así. El marido de otra pareja que ha tenido problemas de tensión ha dicho que agradecía a su mujer las muchas horas que había pasado a su lado en momentos en los que se sentía muy desolado y que era ella la que había estado a su lado. Es también otra de las cosas que suelen pasar, a los enfermos se les puede dejar solos sin mucha preocupación por ellos.
       Hubo alguna cosa más, pero creo que con estas ya son suficientes por hoy. Veo que la cosa sigue adelante, con paciencia y en pequeños pasos, pero firme y decidida.
       Le doy las gracias a Dios por el lujo que es vivir con la gente, pues son los pequeños y los últimos los que más cerca están de Dios y eso lo puedo ver en cada ocasión que tengo de estar con ellos.

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