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viernes, 18 de abril de 2014

18 de Abril de 2014

Viernes

Nos levantamos un poquito más tarde y después de rezar preparamos lo que nos toca para la ceremonia del día. Primero tendremos viacrucis  y después la ceremonia del viernes santo. El viacrucis hemos quedado que cada pueblo comienza en su sitio y todos nos dirigimos hacia el pueblo central, Tikonko, donde nos encontraremos a partir de la novena estación.
       Dejo a Jos en Tikonko y voy a visitar el primero de los pueblos, Lembema. Aquí hay poco que hacer, pues aún la gente sigue sin organizarse. Habrá que seguir teniendo paciencia. Por lo menos le he dado unas gafas a un maestro de la escuela que me había dicho necesitaba para leer y está muy contento. Hay varias personas con problemas de salud y les animo a rezar y nos veremos el domingo.
        El pueblo siguiente que visito es Valehum. Aquí han organizado la cosa y vienen en procesión por el camino. Meto a mujeres y niños en el vehículo y los traigo hasta el centro y vuelvo a buscar a los hombres que quedaban. En el primer viaje había veintisiete en el vehículo y en el segundo éramos nueve.
       El pueblo siguiente también los encuentro en camino y son una treintena. Acerco algunos al centro y desde allí nos unimos a los del pueblo y hacemos alrededor de un centenar de personas siguiendo el viacrucis.
         Acabamos en la iglesia del pueblo, que hoy sí que está llena y comenzamos la liturgia del viernes santo, que se siegue con devoción, a pesar del calor y de que la gente está cansada, pero resistimos.
         Acabada la ceremonia volvemos a casa. Lo que más echo en falta es un trago de agua, pues he estado largo rato sin beber. Después del agua, vamos a la ducha. Estamos empapados de sudor y la ropa va a remojar para luego ir a la lavadora en el momento que se encienda el grupo electrógeno, pues seguimos sin corriente.
       La experiencia es buena y positiva. Vemos que la gente está interesada y lo que tenemos que hacer es estar con ellos, acompañarles y ayudarles en el camino de la fe. Creo que es una auténtica gracia esto que Dios nos da, el poder vivir con esta gente el camino de la fe y de descubrir al Señor presente en ellos y en los demás y servirles en lo que podamos.
       El resto del tiempo lo dedicamos a preparar las cosas para mañana que tendremos de nuevo encuentro con la gente en los pueblos, primero para ensayar la ceremonia y luego para la celebración de la pascua.

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