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miércoles, 16 de abril de 2014

16 de Abril de 2014

Miércoles

  La mañana la dedicamos al retiro con los curas, animado por Jos. Hay una charla, tiempo de reflexión y oración personal. A las dos la comida y luego una siestecita en casa y vuelta para la catedral para la misa crismal. Los curas somos una treintena y los únicos de fuera Jos de la India y yo; todos los demás son africanos.
       Comenzamos a las cinco y a las siete y media la misa había acabado, pero quedaban las ofrendas de las parroquias al obispo y aquí se organizó un folklore que no sabíamos cuando iba a terminar. Cada parroquia aparecía con sus dones de todo tipo, desde animales vivos, (cabras, ovejas, gallinas), hasta cacharros, pasando por no sé cuantas clases de comestibles, en especial cosas producidas por los campesinos, aceite rojo, mandioca, ñames, cebollas, sacos de arroz, leña para el fuego, sacos de carbón, racimos de aceite de palma, entre las cosas que recuerdo; también víveres que compras en el mercado, latas de tomate, botellas de agua, papel higiénico, utensilios de cocina, recipientes de plástico y otras muchas cosas que se me pasan.
        La cosa estaba dispuesta de la forma siguiente: el obispo y su vicario estaban delante del altar, sentados en dos sillas y los que traían los dones eran anunciados por los altavoces. Entonces, desde el fondo de la iglesia se organizaba la procesión por el pasillo central y cada parroquia presidida por el párroco presentaba sus ofrendas. La iglesia estaba llena y la gente aclamaba cada parroquia que traía los dones. El obispo los acogía y bendecía al final de cada procesión. Fue muy bonito y vistoso, pues además es algo que la gente sabe hacer muy bien, con cantos y danzas y participación de mucha gente, pues de cada parroquia podrían venir no menos de una decena y algunas más de cuarenta, trayendo cosas en procesión.
        El inconveniente es que se prolongó más de lo que nos esperábamos, pues a las nueve todavía estábamos allí, mojados por el sudor y sedientos por el mucho tiempo sin beber, pero al final acabamos y pudimos llegar a casa, donde antes de poder beber, nos pilló una tormenta pasajera y si por lo menos teníamos sed por dentro, por fuera estábamos bien empapados.
       Tiene la ventaja que podremos dormir mejor, pues aunque haya humedad, la lluvia hace refrescar el ambiente, baja la temperatura y se dan las condiciones para un mejor reposo. Y mañana tendremos insectos, pues cada lluvia despierta los suyos.

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