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domingo, 20 de mayo de 2018

20 de Mayo de 2018

Domingo


Me despierto a la hora de todos los días, pero hoy no tengo prisa y dedico un rato a leer mensajes del teléfono y luego, cuando amanece me levanto con la luz del día.

Día de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo que celebraremos en casa con una misa solemne y luego en la catedral con los confirmandos de la ciudad. Abro la iglesia y van llegando los fieles. El catequista viene con retraso y ya hay muchas cosas hechas cuando él aparece. También ha venido el anterior párroco, el que tiene problemas de movilidad y aprovecho para confesarme.

No sé qué ha pasado hoy que no vienen los monaguillos y el coro está bajo mínimos, pero la gente llega y en general a la hora. El número de participantes no es grandísimo, pero   es importante y nos habla también de los que hacen el catecismo y la necesidad de encontrar un punto de referencia.

Cuando acaba la misa me cambio la ropa que está empapada y me voy a la misa de la catedral en la que serán confirmados más de cien de nuestra parroquia y cuasi parroquia. El total pasa de los cuatrocientos.

La misa es lo que tiene que ser, empieza a las diez y acaba a la una y media, con el sermón del obispo en buena forma y las colectas y ofrendas y lo necesario, pero bastante bien hecho y organizado. He saludado al obispo y me ha invitado a que hablemos mañana en su despacho.

Cuando vuelvo a casa otra vez estoy empapado y me cambio. Comemos, porque los otros han llegado de las misas de los pueblos. Hoy no como arroz, porque hay unas patatas fritas y buñuelos, además de la carne de pollo y los mangos que están estupendos.

Retiro la colada de ayer, duermo un rato la siesta y me voy a Nagoyon a ver lo que están haciendo y les veo acabar el cimentado del suelo, y además dos de la comunidad están encalando las paredes. Me paso un buen rato con ellos, discuto lo que haremos durante la semana, les llevo el dinero del trabajo que han hecho en la finca y para acabar rezamos le rosario. A los albañiles les he llevado miel y mermelada, como son musulmanes y están haciendo el ayuno me han pedido cosas dulces.

En Tikonko encuentro a la gente en el camino y vamos a la casa donde rezamos. No hay mucha gente, pero sí los que quiero ver, para proponerles trabajo y así ver si son capaces de trabajar juntos como un equipo. Me dan buena impresión y creo que estoy atacando por el flanco que se les puede hacer reaccionar. Esperemos que sea cierto.

Cuando llego a casa es más tarde de las nueve. Día completo y con buenas sensaciones que esperemos se confirmen en la semana. Hay luz de la ciudad y me conecto y veo los periódicos y escribiendo la crónica nos quedamos a dos velas.


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