Seguimos
con la rutina de la misa en la parroquia. Hoy hay un grupo de estudiantes que
mañana van a tener exámenes y se presentan a la misa para que se rece por ellos.
Es una costumbre de por aquí y está bastante arraigada. También viene alguien
que celebra su cumpleaños.
Después del desayuno estudio un rato y mientras Samuel anda buscando
formas, pues parece que no hay en el país, me voy a ver al mecánico. Todavía
paso un buen rato en el taller rematando detalles que se habían quedado sueltos,
y es que en un vehículo que anda por las pistas, cualquier cosa puede pasar y
siempre hay tornillos que apretar.
Después me voy a Mattru, el sitio en el que hay un señor muy mayor y
enfermo. Estoy un rato con él. Está solo en casa, la puerta abierta, y está
durmiendo… Su esposa ha ido a hacer algún recado. Luego hablo con el maestro,
que es también catequista y animador de la oración. Hay bastantes cosas que
organizar y enderezar en la comunidad cristiana y habrá que ver lo que se puede
hacer con paciencia.
Voy
seguidamente a clase con el maestro que he encontrado en la uni, pero parece que
tiene demasiado trabajo, que no logro encontrarle. Cuando me vuelco en el camino
me llama por teléfono, pero para mí es hora de pensar en la comida y el trabajo
que tengo por la tarde.
Me avisan de que
no puede haber misa en la uni, pues han puesto un examen en ese momento y así
aprovecho para visitar a la monja que los domingos me ayuda a llevar la comunión
a los enfermos y después me reúno un momento con el que lidera la comunidad y
hablamos de su matrimonio, algo que llevamos preparando largo tiempo y que aún
no ha hecho y a lo que les animo, pues tanto él como su señora son dos personas
encantadoras. Estamos hablando un rato y veo que están muy serios, por lo que
les digo que no he venido en plan serio, sino pensando que su vida va a cambiar
mucho y que será una fiesta, por lo menos acabamos
sonriendo.
Me doy un vuelta por algunos lugares del pueblo mientras Samuel está
visitando a gente en la universidad, y me encuentro con el panorama de cada
semana, una esquina en la que la
gente joven fuma y bebe y se
emporra… No sé qué se podrá hacer con tanto elemento sin mayores esperanzas ni
ideales. Pero por lo menos se alegran de verme y del tiempo que estoy
conversando con ellos. Y la sugerencia amistosa siempre la tienen, y quizás por
eso se alegran de verme…
En
casa rezamos y Samuel se va a un encuentro de oración que tienen los
espiritanos en una parroquia nueva que se está creando
a las afueras de la ciudad.
Sigue haciendo calor y me he
puesto a la sombra del ventilador, pero es lo mismo, seguimos sudando y a la
espera de la descarga de la lluvia.
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