Ha llovido durante la noche y el
ambiente es un poco más fresco, pero seguimos sudando. Me paso un buen rato en
la capilla y durante el desayuno trato de contactar al profesor de lengua, pero
el teléfono no está disponible. Sigo trabajando en la lectura del evangelio del
domingo y cuando pienso salir a cortarme el pelo, aparece Paul, el salesiano que
tiene a su padre enfermo y estamos un buen rato hablando y compartiendo noticias
y cómo ve la evolución de la enfermedad de su padre. Comemos juntos y luego sale
a encontrarse con algunos conocidos.
Yo
me voy a cortar el pelo… No se trata de enviar fotos, pero hoy el peluquero
estaba inspirado y me ha dejado que no creo que tenga necesidad de cortarlo de
nuevo antes del año que viene. Y es que cuando se les presenta un blanco en la
peluquería, creo que no saben qué hacer.
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