Comenzamos con
la misa en la parroquia y después del desayuno estudio un rato y espero que me
llamen por teléfono, pues ha muerto el señor que estaba enfermo en Mattru y
cuando tengan las cosas me llamarán para ir para el
entierro.
Viene el
catequista a verme y le digo que cuando estén las cosas preparadas que me avise
y que me haré presente en el entierro. Estoy esperando largo tiempo y al final
de la mañana recibo la llamada. Vamos a la casa donde tienen el cadáver envuelto
en un paño. Como el ébola se da por acabado, ya no se observan los protocolos
que había que seguir hasta ahora.
Me doy cuenta de
que nadie se mueve y me encargo yo de hacer que la cosa empiece. Tienen unas
angarillas bastante curiosas por cierto y las hago poner a la puerta de la casa
y así van preparando el cuerpo para ponerle en ellas. Les lleva su tiempo
mientras las mujeres están gritando y llorando. Cuando veo que las cosas están
más o menos dispuestas, comienzo a rezar y todos me siguen.
Una vez
finalizada la oración, le echo agua bendita y emprendemos el camino hacia el
cementerio, lugar retirado en el bosque por el camino del centro de salud. A pleno sol y a buen paso, vamos
recorriendo el camino mientras algunos cantan una canción en su lengua. Yo con
sudar ya tengo suficiente.
En el claro del
bosque al que llegamos hay unas cuantas tumbas recientes. Imagino que es de
gente que ha muerto de muerte natural, pues por esta zona no he oído nada sobre
el ébola.
He pensado
en sacar fotos, pero luego he cambiado de opinión, pues creo que es un momento
en el que la gente lo vive de una
forma muy particular y hacer fotos es algo que cortaría la espontaneidad de
muchas actuaciones.
La tumba
es muy sencilla y a mi parecer poco profunda. El cuerpo se entierra envuelto en
un paño blanco y se le protege con unos cuantos troncos que se poyan en uno de
los lados de la tumba. Luego el espacio se cubre con ramas verdes de árboles y
encima se amontona la tierra que ha salido de la
tumba.
Las mujeres han
acompañado el cadáver y la esposa recoge algunos de los paños que le envolvían y
cuando comienza el trabajo dentro de la tumba, ellas se retiran y quedan sólo
los hombres que en silencio siguen el proceso que varios van realizando por
turnos, especialmente el amontonar la tierra en la
fosa.
Concluida la
labor le echo el agua bendita que me quedaba a la tumba, rezamos un responso y
todos nos volvemos por el camino hacia el pueblo. Nosotros montamos en el coche
y volvemos a casa, pues hay pueblos por la tarde, pero ellos vuelven a la casa
mortuoria donde imagino que habrá la continuación siguiendo las tradiciones que
todavía no conozco bien.
Por la tarde me voy a la reunión de parejas y la cosa está bastante bien
con respecto a las experiencias vividas durante la semana, pero hay varias que
no están presentes.
Después de la
reunión de parejas tenemos encuentro con los maestros de la escuela de Balei y
hay algunos más que se apuntan. Me presentan los papeles que les había pedido y las cosas que faltan me
prometen que me las presentarán mañana. Por lo menos veo que han hecho esfuerzos
por programar algo y que en general me parece que está bien hecho y sobre todo,
que lo han hecho entre ellos, no uno solo.
La vuelta a casa
me lleva un rato, pues hay una rueda que pierde aire y la tengo que cambiar,
algo que es una aventura y al llegar a la ciudad lo primero que hago es llevarla
al vulcanizador para que la arregle, lo que le lleva más de una
hora.
En
casa Stephen me dice que Samuel ha salido con Edwin, pero que volverán pronto.
Después de la cena me trato de poner al día en las noticas y luego intento hacer
la crónica, pues siempre me lleva un buen rato y es algo que cuanto más dejas
pasar el tiempo, más difícil se te hace recordar lo que has
vivido.
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