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sábado, 21 de noviembre de 2015

21 Noviembre de 2015

Sábado

Comenzamos con la misa en la parroquia y después del desayuno estudio un rato y espero que me llamen por teléfono, pues ha muerto el señor que estaba enfermo en Mattru y cuando tengan las cosas me llamarán para ir para el entierro.
      Viene el catequista a verme y le digo que cuando estén las cosas preparadas que me avise y que me haré presente en el entierro. Estoy esperando largo tiempo y al final de la mañana recibo la llamada. Vamos a la casa donde tienen el cadáver envuelto en un paño. Como el ébola se da por acabado, ya no se observan los protocolos que había que seguir hasta ahora.
      Me doy cuenta de que nadie se mueve y me encargo yo de hacer que la cosa empiece. Tienen unas angarillas bastante curiosas por cierto y las hago poner a la puerta de la casa y así van preparando el cuerpo para ponerle en ellas. Les lleva su tiempo mientras las mujeres están gritando y llorando. Cuando veo que las cosas están más o menos dispuestas, comienzo a rezar y todos me siguen. 
      Una vez finalizada la oración, le echo agua bendita y emprendemos el camino hacia el cementerio, lugar retirado en el bosque por el camino del centro de salud.  A pleno sol y a buen paso, vamos recorriendo el camino mientras algunos cantan una canción en su lengua. Yo con sudar ya tengo suficiente.
      En el claro del bosque al que llegamos hay unas cuantas tumbas recientes. Imagino que es de gente que ha muerto de muerte natural, pues por esta zona no he oído nada sobre el ébola.
       He pensado en sacar fotos, pero luego he cambiado de opinión, pues creo que es un momento en el que la gente  lo vive de una forma muy particular y hacer fotos es algo que cortaría la espontaneidad de muchas actuaciones.
       La tumba es muy sencilla y a mi parecer poco profunda. El cuerpo se entierra envuelto en un paño blanco y se le protege con unos cuantos troncos que se poyan en uno de los lados de la tumba. Luego el espacio se cubre con ramas verdes de árboles y encima se amontona la tierra que ha salido de la tumba.
      Las mujeres han acompañado el cadáver y la esposa recoge algunos de los paños que le envolvían y cuando comienza el trabajo dentro de la tumba, ellas se retiran y quedan sólo los hombres que en silencio siguen el proceso que varios van realizando por turnos, especialmente el amontonar la tierra en la fosa.
      Concluida la labor le echo el agua bendita que me quedaba a la tumba, rezamos un responso y todos nos volvemos por el camino hacia el pueblo. Nosotros montamos en el coche y volvemos a casa, pues hay pueblos por la tarde, pero ellos vuelven a la casa mortuoria donde imagino que habrá la continuación siguiendo las tradiciones que todavía no conozco bien.
         Por la tarde me voy a la reunión de parejas y la cosa está bastante bien con respecto a las experiencias vividas durante la semana, pero hay varias que no están presentes.
      Después de la reunión de parejas tenemos encuentro con los maestros de la escuela de Balei y hay algunos más que se apuntan. Me presentan los papeles que les  había pedido y las cosas que faltan me prometen que me las presentarán mañana. Por lo menos veo que han hecho esfuerzos por programar algo y que en general me parece que está bien hecho y sobre todo, que lo han hecho entre ellos, no uno solo.
      La vuelta a casa me lleva un rato, pues hay una rueda que pierde aire y la tengo que cambiar, algo que es una aventura y al llegar a la ciudad lo primero que hago es llevarla al vulcanizador para que la arregle, lo que le lleva más de una hora.

        En casa Stephen me dice que Samuel ha salido con Edwin, pero que volverán pronto. Después de la cena me trato de poner al día en las noticas y luego intento hacer la crónica, pues siempre me lleva un buen rato y es algo que cuanto más dejas pasar el tiempo, más difícil se te hace recordar lo que has vivido.

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