Como ya es
costumbre, los domingos salgo temprano. Hoy me acompaña el cocinero. Vamos a
Nagoyon, donde comenzar cuesta, pues el harmatán hace que la gente duerma más
tiempo por la mañana, pero al final hay bastante buen número. Lo que me llama la
atención es la actitud de uno de los maestros, que ha estado seriamente enfermo
esta semana y es el primero en dar gracias a Dios por lo vivido durante la
semana y por estar ya en buena forma…
En
Tikonko las cosas van recuperando la normalidad. No hay la cantidad de gente que
hubo el martes y les animo a que vayan pensando en buscar a los que estaban el
martes y que ahora no están. Me prometen hacer algo. Esperemos que sea cierto.
Al acabar la misa se quedan preparando la fiesta que habrá el domingo que viene
destinada a obtener fondos para la parroquia.
En Towama
las cosas están bastante verdes, pues ni los lectores están disponibles ni la
gente del coro está presente, además del reducido número de los presentes. Y una
de las causas es que los estudiantes están de vacaciones y eso se nota aquí.
Como no quiero enfadarme ni reñirles, hoy se nos invita a estar alegres, trato
de hacer las cosas de forma que invito a los padres a rezar y a los hijos a
recordárselo también si no son tan pequeños. Veremos si el domingo que viene
hemos hecho algo de positivo.
Después de
comer y echar la siesta, Samuel va a una reunión del grupo misionero en una
parroquia aquí en la ciudad y Yo voy a Mattru a visitar a la gente mayor y a dar
una vuelta por si hay alguien para la oración, pero ya la han hecho por la
mañana.
Cuando vuelvo a casa Coco ha vuelto del viaje y está contento de la
experiencia y de conocer nuevas tierras en el sur del
país.
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