Vistas de página en total

domingo, 27 de diciembre de 2015

27 de Diciembre de 2015

Domingo

Domingo y salir temprano es lo mismo. Voy a amanecer cerca del pueblo donde voy a decir la misa y nos volvemos a encontrar con los problemas de puntualidad, pero al final la gente va llegando, si bien un poco menos numerosa que el viernes. Celebramos la fiesta de la Sagrada Familia y aprovechamos para hablar de las familias y la novedad que frente a la familia tradicional africana presenta la familia cristiana. Es algo que explicas, pero la realidad es que no es nada implantado y que tienes que ir metiendo con lentitud y con gran ánimo, pero que sabes que tarde o temprano acabará imponiéndose, pues es el mensaje de Jesús lo que intentamos transmitir y esto es su fundamento.
       En el pueblo siguiente la situación se repite, hay poca gente y hoy acaban siendo bastantes menos que el viernes. Al comienzo aparece Lothar, salesiano que está en Freetown y se ocupa de los niños de la calle. Viene con un matrimonio alemán que los dos son médicos y está de paso y participan en la misa. Después están un rato con los que han venido a la misa, mientras yo me voy al pueblo siguiente, pues las misas siguen.
       En Towama hoy no hay mucha gente y algunos siguen llegando tarde, pero eso no me impide el tratar de hacerles ver que la fiesta que celebramos hoy es importante y que tiene que calar en nuestras vidas de cada día y que el rezo en familia, marido y mujer y con los hijos, es algo muy importante en la vida de un matrimonio y que cambia la forma de hacer y de ser de los que la practican.
        Como están de vacaciones, les pongo deberes para casa: el próximo día que nos encontremos me van a decir quiénes han rezado en casa marido y mujer y cuáles han sido los resultados. Algo que les sorprende, pero que les animo a hacer, ya que es el principio de cualquier cambio en la familia.
        Samuel ha ido a misa a la parroquia y cuando vengo trae unos cuantos paquetes de dones que han ofrecido. Después de comer y echar un rato la siesta me llama el catequista de Mattru para darme la hora del entierro de la persona que ha muerto. Será a las cuatro, lo que me hace descansar sólo un poquito y ponerme en marcha hacia Mattru.
       Me acompaña Samuel y cuando llegamos tienen el cadáver ya en la caja a la puerta de la casa. Allí rezamos las oraciones y hacemos una liturgia de la palabra y desde allí partimos para el cementerio que está a una buena distancia y en un momento del camino se paran y me piden que rece que hay problemas… Más me pareció que querían descansar los que le llevaban que otra cosa.
        Las hijas iban llorando ruidosamente  y me sorprendió la actitud y entereza de la esposa, que tantas veces me había llevado a la cabecera del lecho de su marido o a la silla en la que descansaba para rezar juntos. Hoy le ha echado la palada de tierra en la sepultura y le ha despedido con toda la seguridad de quien está haciendo algo bien hecho.
       Hemos vuelto y nos hemos dado una vuelta por la parroquia donde están participando en una comida de hermandad para celebrar la fiesta de la familia. Les hemos saludado y me he venido para casa, pues estaba mojado del sudor y necesitaba cambiarme.

       He estado un rato ordenando cosas, preparando la lavadora con la ropa y viendo el correo hasta que se ha ido la luz y he optado por escribir la crónica y dormir lo antes posible y si la luz vuelve leeré un rato.

No hay comentarios:

Publicar un comentario