Domingo y
salir temprano es lo mismo. Voy a amanecer cerca del pueblo donde voy a decir la
misa y nos volvemos a encontrar con los problemas de puntualidad, pero al final
la gente va llegando, si bien un poco menos numerosa que el viernes. Celebramos
la fiesta de la Sagrada Familia y aprovechamos para hablar de las familias y la
novedad que frente a la familia tradicional africana presenta la familia
cristiana. Es algo que explicas, pero la realidad es que no es nada implantado y
que tienes que ir metiendo con lentitud y con gran ánimo, pero que sabes que
tarde o temprano acabará imponiéndose, pues es el mensaje de Jesús lo que
intentamos transmitir y esto es su fundamento.
En el
pueblo siguiente la situación se repite, hay poca gente y hoy acaban siendo
bastantes menos que el viernes. Al comienzo aparece Lothar, salesiano que está
en Freetown y se ocupa de los niños de la calle. Viene con un matrimonio alemán
que los dos son médicos y está de paso y participan en la misa. Después están un
rato con los que han venido a la misa, mientras yo me voy al pueblo siguiente,
pues las misas siguen.
En Towama
hoy no hay mucha gente y algunos siguen llegando tarde, pero eso no me impide el
tratar de hacerles ver que la fiesta que celebramos hoy es importante y que
tiene que calar en nuestras vidas de cada día y que el rezo en familia, marido y
mujer y con los hijos, es algo muy importante en la vida de un matrimonio y que
cambia la forma de hacer y de ser de los que la practican.
Como
están de vacaciones, les pongo deberes para casa: el próximo día que nos
encontremos me van a decir quiénes han rezado en casa marido y mujer y cuáles
han sido los resultados. Algo que les sorprende, pero que les animo a hacer, ya
que es el principio de cualquier cambio en la familia.
Samuel ha ido a misa a la parroquia y cuando vengo trae unos cuantos
paquetes de dones que han ofrecido. Después de comer y echar un rato la siesta
me llama el catequista de Mattru para darme la hora del entierro de la persona
que ha muerto. Será a las cuatro, lo que me hace descansar sólo un poquito y
ponerme en marcha hacia Mattru.
Me
acompaña Samuel y cuando llegamos tienen el cadáver ya en la caja a la puerta de
la casa. Allí rezamos las oraciones y hacemos una liturgia de la palabra y desde
allí partimos para el cementerio que está a una buena distancia y en un momento
del camino se paran y me piden que rece que hay problemas… Más me pareció que
querían descansar los que le llevaban que otra cosa.
Las
hijas iban llorando ruidosamente y
me sorprendió la actitud y entereza de la esposa, que tantas veces me había
llevado a la cabecera del lecho de su marido o a la silla en la que descansaba
para rezar juntos. Hoy le ha echado la palada de tierra en la sepultura y le ha
despedido con toda la seguridad de quien está haciendo algo bien
hecho.
Hemos vuelto y
nos hemos dado una vuelta por la parroquia donde están participando en una
comida de hermandad para celebrar la fiesta de la familia. Les hemos saludado y
me he venido para casa, pues estaba mojado del sudor y necesitaba cambiarme.
He estado un rato
ordenando cosas, preparando la lavadora con la ropa y viendo el correo hasta que
se ha ido la luz y he optado por escribir la crónica y dormir lo antes posible y
si la luz vuelve leeré un rato.
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