Salgo muy temprano,
como cada domingo, para encontrarme en el primer pueblo antes de las siete. Se
nota que los días van menguando y aquí ahora no amanece antes de las seis y
media. Además ha llegado el harmatán, un frescor bastante especial, y le
acompaña un polvo fino que viene del desierto y hace las cosas muy diferentes de
los otros momentos. A todos en general les cuesta mucho levantarse pronto por la
mañana y llegar a misa a la hora es una hazaña no fácil de
conseguir.
Teniendo esto
presente, ya empezamos con cierto retraso la primera misa, pero hoy están
despiertos, no como la semana pasada, y las preguntas que les hago encuentran
respuestas consecuentes y acertadas.
En el segundo
pueblo también pasa algo de lo mismo y, aunque la hora es más tarde, los mismos
problemas se dejan notar y también intento las mismas soluciones que en el
anterior. Además aquí tenemos una celebración para preparar el primer
aniversario de la capilla el próximo martes y esto es un punto de interés para
todos.
En el tercer
pueblo el coro celebra su fiesta patronal y también les cuesta llegar a la hora,
pero por lo menos están y se ve que se han preparado, hasta tienen un paño que
han elegido para los del coro y la participación es buena. Coco y Samuel vienen
a esta misa, mientras en la parroquia la han dicho Paul y Daniel que están aquí
desde anteayer.
Después de comer y descansar un
momento, vamos a visitar a familias de salesianos que están enfermos o que han
tenido algún problema de salud, antes de ir a la misa de la víspera por el padre
de Paul que se tiene en la catedral. Hay un buen número de gente y la preside el
párroco, que está acompañado por salesianos y un cura de la parroquia del
fallecido.
La luz
está en irse y venir de forma sistemática. Durante la misa se ha ido varias
veces y ahora en casa hace lo mismo. Y además tampoco tenemos conexión a
internet, lo que nos hace ejercitar la paciencia.
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