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viernes, 2 de diciembre de 2016

2 de Diciembre 2016

Viernes

Me despierto un rato antes y, como estamos sin luz leo en el libro electrónico. Luego hago el aseo y rezamos un rato en la capilla, antes de ir a la misa, donde hay bastante menos gente que otros días, pero es que nos espera la misa funeral, a las once, por el cura que ha fallecido, en la catedral.

Cuando llegamos ya es un río de gente y de vehículos y aparcamos donde podemos y nos unimos a los numerosos curas que están y otros que van llegando. Hay más de cien curas que han venido de todo el país, pues todavía los curas se conocen entre ellos y el que acaba de morir tenía sólo cuarenta años, algo que ha llamado la atención y que ha sido muy sentido.

Hoy la catedral está llena y hay gente fuera. Además de los muchos curas, han venido cuatro obispos. La misa es sencilla y no muy larga, pues en dos horas ha terminado. Los saludos posteriores se alargan durante más de una hora y hasta me da tiempo para tomarlo con calma y echarme un sueño entre otras cosas.

A la hora de salir las cosas son complicadas, pues tantísima gente y vehículos con una sola puerta de salida, hacen las cosas lentas, pero al final logramos salir y vengo a casa, me ducho, pues estoy empapado de sudor, como, duermo un poco y salgo a los pueblos, que hoy toca los lejanos.

En Cassama llego a la hora justa y tengo que darme una vuelta por las casas buscando a los feligreses. Voy a rezar a una casa, pues una de las mujeres no vienen a la iglesia. Cuando se da cuenta de que estoy allí está dispuesta a venir al sitio donde rezamos, pero prefiero hacer la reunión allí para llamar la atención de todos en lo que tenemos que hacer, preocuparnos de los que no vienen, cosa que no suelen hacer las otras parejas.

Al comienzo era algo que no les agradaba el tener que ir a rezar a casa de alguno, pero es sobre el terreno donde les hago ver que es el trabajo que tienen que hacer y si ellos no lo hacen, soy yo quien viene detrás para recordárselo. Así quedamos que la semana que viene nos encontraremos todos en la escuela y rezaremos juntos y compartiremos experiencias.

En Gbalehun tengo un momento de encuentro con los maestros y algunos de los padres de los alumnos de la escuela para pedirles que colaboren con los maestros comunitarios a los que pienso ayudar. El maestro se queda con ellos más tiempo para motivarles y yo voy a la capilla a rezar con los que ya han venido. Quedamos en que la semana que viene me darán una respuesta y les pido que sea más seria que la que me han dado el año anterior con la reparación del tejado de la escuela.

En la oración sigo insistiendo en lo de la semana pasada que pocos recuerdan el ejemplo y nadie ha hecho el trabajo de rezar en casa con la familia, así que espero que a la tercera las cosas vayan saliendo. Me llamó la atención, y así se lo hice ver, que hoy cuando venía a los pueblos, dejé que pasara un bus que llevaba gente y leí en su parte trasera algo que no me esperaba “la oración es la llave” y lo relacioné con lo que les iba a hablar y les sorprendió el comentario que les hice.

El camino no es tan pesado, pero sigue siendo largo y hoy venía con pasajeros que habían montado en el primer pueblo y venían hasta Bo, con lo que tuve compañía todo el tiempo. Al llegar a casa estaban aún en el comedor Joseph y Christian y estuvimos hablando un buen rato antes de retirarnos a nuestros sitios. Hay luz del generador y puedo leer las noticias y hacer la crónica.

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