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domingo, 2 de diciembre de 2018

2 de diciembre de 2018

Domingo


No tengo prisa en levantarme, pues me toca la misa en casa y me puedo permitir un rato más de reposo o lectura. Voy a rezar un rato a la iglesia, la abro y poco a poco va llegando la gente. Me ha llamado la atención que he saludado a varias personas ciegas que vienen a misa.

Bastante gente ha llegado tarde. En la homilía explico lo que es la idea central del día, la esperanza y la espera de la venida del Señor. El evangelio de Lucas sirve de motivo para invitar a conocer mejor la escritura y leerla con atención. Por lo menos esa es la invitación que les hago.

Los anuncios se convierte en un nunca terminar, han tardado más de cincuenta minutos y se nos echa encima la hora para el comienzo de la misa siguiente, que con el calor que hace y lo mojado que estoy me ayuda a que ya durante el día tenga los oídos tapados. Me ha acompañado en la misa un cura espiritano que ayer vino a bautizar a un crío de la familia y que trabaja en Benin. No se esperaba mi experiencia en Benín y me ha contado muchas cosas de lo que vive en su misión.

Para la segunda misa las cosas son más normales, aunque incluso aquí la gente llega tarde. En las dos insisto en lo que no comulgan y les animo a leer la Palabra de Dios y a rezar para allanar el camino a Dios.

Estoy empapado y me cambio a la carrera, pues un grupo de gente joven están reunidos y me han invitado a estar con ellos, y lo hago con gusto, aunque los oídos me dejen poco juego para entender.
Hay arroz que han preparado y también plátanos cocidos y ñame. Opto por lo segundo y, aunque está un poco picante, la cosa puede pasar. Y una buena siesta me permite estar en forma para salir a dar una vuelta a la finca donde está el guardián y uno de sus hijos. Luego aparecerá un segundo hijo y con ellos estoy hablando un buen rato. Te vas enterando de su situación y tratas de ayudarles en lo que puedes, dando trabajo para que luego puedan ir a la escuela. Todos tienen las manos bien callosas, lo que me dice que trabajan el campo con cierta asiduidad.

En casa hay un grupo de gente que viene a rezar a la iglesia, la mayoría son mujeres y no son muchos, pero por lo menos estamos un rato en la iglesia rezando que ya es positivo. La cena, la conexión y leer un rato, nos ponen en plan de dormir y, como estamos sin luz, se puede sudar libremente.

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