Seguimos sin luz y los que vienen aprovechan cuando el generador
funciona para cargar baterías de teléfonos y otros instrumentos. Celebramos a
san Ambrosio y están presentes los de los primeros viernes con sus camisetas
llamativas.
Después del desayuno me voy a la
finca, pues es un día un poco especial y la gente no se espera mi presencia.
Eso de que “el ojo del amo engorda el caballo” es una realidad… Lo que ayer
creía que el fontanero había hecho, no fue tal, y los que andaban regando
tenían que esperar cola para que las regaderas se llenaran… Logro que se
preparen los depósitos, pero luego me doy cuenta de que el fontanero no ha
preparado la manguera para el agua así que vuelta a empezar.
Vienen los de WARC pero de paso,
prometen que vendrán el lunes. Por lo menos hemos ido viendo algunas cosas con
respecto a las plantas y al terreno, así como lo de las plagas y el compost,
que decidiremos el lunes.
Vengo a casa a la hora de comer y
después de la siesta vuelvo de nuevo al tajo. Es interesante ver los que están,
los que se han ido, los que realmente trabajan… Y siempre aprendiendo y cuando
estás presente las cosas se hacen y cuando no…
Con el guardián me doy una vuelta por
la finca viendo los plátanos y las papayas, además de las moringas, atacados
por los grillos, la zona donde el guardián ha plantado mijo que no ha salido
muy bien, la zona del maíz, que a duras penas está saliendo y para lo que no
veo futuro claro y nos metemos por un sendero en medio de la finca en lo que
aún hay de boscoso para salir al camino que nos conduce hacia el vehículo. A
estas horas ya todos se han ido y estoy hablando un rato con el guardián.
Siempre me pide alguna cosa, el otro día era un fusil, hoy es un teléfono, le
dije que un arma no está permitido y el teléfono no creo que nos podamos
entender porque no habla ni jota de inglés…
En casa la luz del generador nos ilumina y leo las noticias y hago la crónica.
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