He dormido bien y me levanto con ganas. Voy a los pueblos a
decir la misa y lo hago con tiempo. Busco al maestro que no puede caminar y
venimos en el vehículo bien cargados, lo que nos permite comenzar el rosario
antes de la misa. Se siente el fresco en el ambiente. La iglesia está limpia y
parece otra cosa la celebración. Veo la lista de los comulgantes y los padrinos
y la cosa está muy bien, lo que me anima a felicitarles. Volvemos con el
maestro a su pueblo y camino hacia el siguiente pueblo.
Hay algunos presentes, pero se hace la hora y son muy pocos,
mientras que al final hay cuatro veces más. Tras hablarles de la luz que
debemos ser para los otros, les animo a venir a tiempo a la celebración y a
rezar las oraciones antes de la misa. Creo que hay interés, pero alguna cosa
falla en el conjunto y ver cómo atacar la causa es lo que debo hacer.
Vuelvo a casa con viajeros y me paso por la finca donde los
obreros están trabajando en la construcción, como son musulmanes, ni domingos
ni reyes… Por lo menos que sepan que estamos con ellos durante unos minutos.
Cuando llego a casa como y me voy a descansar. Durante la
mañana he sentido el cansancio o la flojera, pero me he mantenido y ahora
quiero descansar lo que haga falta. Me paso la tarde leyendo, respondiendo
correos y haciendo la colada, que se me ha juntado mucho material después de
los sudores de la malaria. Sigo con algunos efectos secundarios, pero con menos
intensidad. La conexión funciona a veces y he podido hablar con la familia a
través del whatsapp.
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