He logrado dormir y me levanto bastante en forma, voy a
rezar a Nagoyon y se siente el fresco en la iglesia. Hay una veintena de gente
que siguen con devoción en la oscuridad de la noche, pues ahora amanece más
tarde de las seis y media.
Vienen conmigo los que van a trabajar en la finca y pronto
comienzan a regar y siento un cierto problema de ver que están haciendo algo
que deberíamos programar mejor…
Voy al mecánico a dejar el coche y me paso la mañana entre
el taller siguiendo lo que hacen y ver a quien tiene compost para proponer de
comprar y poner en las moringas que vamos a plantar. Y la final de la mañana me
vuelvo a casa esperando que no tarden mucho con el vehículo.
Viene el masajista y me da una sesión que noto, pues tengo
el cuerpo lleno de calambres a cuenta de los efectos secundarios de las medicinas
para la malaria. Me dice el mecánico que hay más trabajo en el vehículo y me
preparo para pasar la tarde estudiando lengua local, pues veo que no van a
acabar con los arreglos.
Por suerte a finales de la tarde, cuando anochece, se
presentan con el vehículo y parece que han hecho un buen trabajo.
José se ha ido a Lungi y cenamos Christopher y yo unos
plátanos fritos que la coci ha preparado
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