Crónica de las experiencias vividas en Bo (Sierra Leona) por el misionero salesiano Antonio Gutiérrez
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lunes, 1 de abril de 2019
1 de Abril de 2019
Lunes
Nos levantamos con
luz y ha hecho calor durante la noche, lo que implica que dormir no resulta
cosa fácil, además, he sentido una sensación extraña, como si tuviera fiebre,
lo que me hace ser cuidadoso y no forzar la máquina.
Para la oración de
la mañana hay un grupo más numeroso que otras veces y después de misa tengo un
rato de encuentro con un nigeriano que suele pasar por aquí cuando va de viaje
y se confiesa.
Después del
desayuno tenemos la reunión comunitaria de los lunes, hay de todo, como en
botica y la sensación desagradable de seguir sin vehículos, entre otras y tener
paciencia como solución más acertada…
Voy a ver al
carpintero, pero no logro pillarle en el taller. Pasar la calle es una
aventura, pues está en obras y las dos alcantarillas están levantadas, lo que
hace difícil el paso.
La comida y la
siesta se suceden y después estoy hablando un rato con Carlos para ver alguna
cosa de su venida, pero todavía no hay fechas, pues la construcción en la finca
no avanza. Salgo a cortarme el pelo, cargar el teléfono y visito el vivero que
tienen en la ciudad y allí me encuentro con unos jóvenes con los que entablo
conversación y con quienes tengo un rato agradable de comentar la situación que
viven.
Me ha llamado
varias veces Luis en su camino hacia casa, la última desde Madrid a punto de
salir el avión hacia Canarias. Los recuerdos son agradables y positivos.
Nos llueve un poco
a la hora de la cena y el ambiente refresca, con lo que esperamos dormir mejor
esta noche.
Nos levantamos con
luz y ha hecho calor durante la noche, lo que implica que dormir no resulta
cosa fácil, además, he sentido una sensación extraña, como si tuviera fiebre,
lo que me hace ser cuidadoso y no forzar la máquina.
Para la oración de
la mañana hay un grupo más numeroso que otras veces y después de misa tengo un
rato de encuentro con un nigeriano que suele pasar por aquí cuando va de viaje
y se confiesa.
Después del
desayuno tenemos la reunión comunitaria de los lunes, hay de todo, como en
botica y la sensación desagradable de seguir sin vehículos, entre otras y tener
paciencia como solución más acertada…
Voy a ver al
carpintero, pero no logro pillarle en el taller. Pasar la calle es una
aventura, pues está en obras y las dos alcantarillas están levantadas, lo que
hace difícil el paso.
La comida y la
siesta se suceden y después estoy hablando un rato con Carlos para ver alguna
cosa de su venida, pero todavía no hay fechas, pues la construcción en la finca
no avanza. Salgo a cortarme el pelo, cargar el teléfono y visito el vivero que
tienen en la ciudad y allí me encuentro con unos jóvenes con los que entablo
conversación y con quienes tengo un rato agradable de comentar la situación que
viven.
Me ha llamado
varias veces Luis en su camino hacia casa, la última desde Madrid a punto de
salir el avión hacia Canarias. Los recuerdos son agradables y positivos.
Nos llueve un poco
a la hora de la cena y el ambiente refresca, con lo que esperamos dormir mejor
esta noche.
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