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martes, 30 de abril de 2019

30 de Abril de 2019

Martes


Último día del mes y mi aniversario de ordenación. Mis hermanas se han acordado y me han felicitado por ello. Lo he celebrado con una misa en un pueblecito donde un grupo de gente hemos rezado a la Virgen de África pidiendo que nos bendiga a todos.

Hoy he ido con el vehículo y un buen número de gente se apunta a viajar, pero no tienen toda la suerte que esperaban, pues pienso ir a un pueblo a ver a los que trabajan en los pozos, pero por lo menos un trecho del camino ya les he hecho el transporte.

Voy a Lembema, donde un conector me espera con su moto y me lleva a ver el pozo. Está cubierto y no han comenzado el trabajo. Pronto llega el pocero que ha dormido en su casa en Bo, porque su hijo sigue con problemas de salud, pero sin demora comienza el trabajo. Están en catorce metros y quedan por lo menos un par de metros más para el agua…

Les saco unas fotos a los que se atreven a bajar al pozo y nos vamos a Lembema, donde he dejado el vehículo porque hasta donde está el pozo no hay carretera. Aquí encuentro al maestro y concertamos el envío de dos críos sordos a la escuela especial para ellos, los padres ponen la comida y yo aporto lo que piden de tasas escolares. Pienso que los padres se darán prisa para que puedan comenzar el trimestre en la nueva escuela.

En la finca están los trabajadores que han venido a cobrar, pero esperan a quien debe venir. Aprovecho el momento para darles una charlita sobre plantación de árboles y las condiciones de poner compost y carbón y lo hago delante del semillero de anacardos que tengo allí para que todos se den cuenta de que yo también planto árboles, como les pido a ellos que hagan.

Sin salir de la finca me encuentro con Henry que va a pagar a la gente y hablo un momento con él, es la persona que envía el PDO para seguir a los trabajadores y que me da muy buena impresión por el trabajo que hace y lo que veo que manifiesta en su conversación.

En casa me encuentro cansado y después del desayuno, me echo un rato y, aunque no duermo, por lo menos descanso y sigo sudando. No sé qué es peor si el paludismo o los efectos secundarios de las pastillas, entre calambres musculares y deseos de no ver a nadie… Me suelo poner la ropa de calle y me voy a cualquier sitio antes de quedarme en casa viendo cosas raras.

No he logrado dormir la siesta, pero sí he descansado un rato. Como hay luz abro el ordenador y escribo varios correos que tengo pendientes además de enviar varias fotos del pozo de la mañana a gente conocida.

He hecho una buena colada, pues con lo de la malaria, las camisetas se amontonan en el lavadero y como no hay sol, también tardan más en secar.

Cuando me disponía a salir, el cielo se ha puesto oscuro, el viento se ha revuelto y la lluvia ha llegado durante un rato. Cuando esto pasa la temperatura baja y se puede vivir sin sudar demasiado, pero me es lo mismo porque con el paludismo sudo igualmente.

Me voy un buen rato a rezar a la iglesia y a preparar las cosas para mañana que tengo  misa por la mañana y por la tarde. La luz del generador nos aclara la noche y cargamos las baterías de los aparatos que nos dan luz cuando no la hay del generador.

Un mes más acabado y un momento para dar gracias a Dios por lo vivido, especialmente los misterios de su resurrección y a María, patrona de África por su protección y a don Bosco por su compañía.


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