Crónica de las experiencias vividas en Bo (Sierra Leona) por el misionero salesiano Antonio Gutiérrez
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martes, 30 de abril de 2019
30 de Abril de 2019
Martes
Último día del mes
y mi aniversario de ordenación. Mis hermanas se han acordado y me han
felicitado por ello. Lo he celebrado con una misa en un pueblecito donde un
grupo de gente hemos rezado a la Virgen de África pidiendo que nos bendiga a
todos.
Hoy he ido con el
vehículo y un buen número de gente se apunta a viajar, pero no tienen toda la
suerte que esperaban, pues pienso ir a un pueblo a ver a los que trabajan en
los pozos, pero por lo menos un trecho del camino ya les he hecho el
transporte.
Voy a Lembema,
donde un conector me espera con su moto y me lleva a ver el pozo. Está cubierto
y no han comenzado el trabajo. Pronto llega el pocero que ha dormido en su casa
en Bo, porque su hijo sigue con problemas de salud, pero sin demora comienza el
trabajo. Están en catorce metros y quedan por lo menos un par de metros más
para el agua…
Les saco unas fotos
a los que se atreven a bajar al pozo y nos vamos a Lembema, donde he dejado el
vehículo porque hasta donde está el pozo no hay carretera. Aquí encuentro al
maestro y concertamos el envío de dos críos sordos a la escuela especial para
ellos, los padres ponen la comida y yo aporto lo que piden de tasas escolares.
Pienso que los padres se darán prisa para que puedan comenzar el trimestre en
la nueva escuela.
En la finca están
los trabajadores que han venido a cobrar, pero esperan a quien debe venir.
Aprovecho el momento para darles una charlita sobre plantación de árboles y las
condiciones de poner compost y carbón y lo hago delante del semillero de anacardos
que tengo allí para que todos se den cuenta de que yo también planto árboles,
como les pido a ellos que hagan.
Sin salir de la
finca me encuentro con Henry que va a pagar a la gente y hablo un momento con
él, es la persona que envía el PDO para seguir a los trabajadores y que me da
muy buena impresión por el trabajo que hace y lo que veo que manifiesta en su
conversación.
En casa me
encuentro cansado y después del desayuno, me echo un rato y, aunque no duermo,
por lo menos descanso y sigo sudando. No sé qué es peor si el paludismo o los
efectos secundarios de las pastillas, entre calambres musculares y deseos de no
ver a nadie… Me suelo poner la ropa de calle y me voy a cualquier sitio antes
de quedarme en casa viendo cosas raras.
No he logrado
dormir la siesta, pero sí he descansado un rato. Como hay luz abro el ordenador
y escribo varios correos que tengo pendientes además de enviar varias fotos del
pozo de la mañana a gente conocida.
He hecho una buena
colada, pues con lo de la malaria, las camisetas se amontonan en el lavadero y
como no hay sol, también tardan más en secar.
Cuando me disponía
a salir, el cielo se ha puesto oscuro, el viento se ha revuelto y la lluvia ha
llegado durante un rato. Cuando esto pasa la temperatura baja y se puede vivir
sin sudar demasiado, pero me es lo mismo porque con el paludismo sudo
igualmente.
Me voy un buen rato
a rezar a la iglesia y a preparar las cosas para mañana que tengo misa por la mañana y por la tarde. La luz del
generador nos aclara la noche y cargamos las baterías de los aparatos que nos
dan luz cuando no la hay del generador.
Un mes más acabado
y un momento para dar gracias a Dios por lo vivido, especialmente los misterios
de su resurrección y a María, patrona de África por su protección y a don Bosco
por su compañía.
Último día del mes
y mi aniversario de ordenación. Mis hermanas se han acordado y me han
felicitado por ello. Lo he celebrado con una misa en un pueblecito donde un
grupo de gente hemos rezado a la Virgen de África pidiendo que nos bendiga a
todos.
Hoy he ido con el
vehículo y un buen número de gente se apunta a viajar, pero no tienen toda la
suerte que esperaban, pues pienso ir a un pueblo a ver a los que trabajan en
los pozos, pero por lo menos un trecho del camino ya les he hecho el
transporte.
Voy a Lembema,
donde un conector me espera con su moto y me lleva a ver el pozo. Está cubierto
y no han comenzado el trabajo. Pronto llega el pocero que ha dormido en su casa
en Bo, porque su hijo sigue con problemas de salud, pero sin demora comienza el
trabajo. Están en catorce metros y quedan por lo menos un par de metros más
para el agua…
Les saco unas fotos
a los que se atreven a bajar al pozo y nos vamos a Lembema, donde he dejado el
vehículo porque hasta donde está el pozo no hay carretera. Aquí encuentro al
maestro y concertamos el envío de dos críos sordos a la escuela especial para
ellos, los padres ponen la comida y yo aporto lo que piden de tasas escolares.
Pienso que los padres se darán prisa para que puedan comenzar el trimestre en
la nueva escuela.
En la finca están
los trabajadores que han venido a cobrar, pero esperan a quien debe venir.
Aprovecho el momento para darles una charlita sobre plantación de árboles y las
condiciones de poner compost y carbón y lo hago delante del semillero de anacardos
que tengo allí para que todos se den cuenta de que yo también planto árboles,
como les pido a ellos que hagan.
Sin salir de la
finca me encuentro con Henry que va a pagar a la gente y hablo un momento con
él, es la persona que envía el PDO para seguir a los trabajadores y que me da
muy buena impresión por el trabajo que hace y lo que veo que manifiesta en su
conversación.
En casa me
encuentro cansado y después del desayuno, me echo un rato y, aunque no duermo,
por lo menos descanso y sigo sudando. No sé qué es peor si el paludismo o los
efectos secundarios de las pastillas, entre calambres musculares y deseos de no
ver a nadie… Me suelo poner la ropa de calle y me voy a cualquier sitio antes
de quedarme en casa viendo cosas raras.
No he logrado
dormir la siesta, pero sí he descansado un rato. Como hay luz abro el ordenador
y escribo varios correos que tengo pendientes además de enviar varias fotos del
pozo de la mañana a gente conocida.
He hecho una buena
colada, pues con lo de la malaria, las camisetas se amontonan en el lavadero y
como no hay sol, también tardan más en secar.
Cuando me disponía
a salir, el cielo se ha puesto oscuro, el viento se ha revuelto y la lluvia ha
llegado durante un rato. Cuando esto pasa la temperatura baja y se puede vivir
sin sudar demasiado, pero me es lo mismo porque con el paludismo sudo
igualmente.
Me voy un buen rato
a rezar a la iglesia y a preparar las cosas para mañana que tengo misa por la mañana y por la tarde. La luz del
generador nos aclara la noche y cargamos las baterías de los aparatos que nos
dan luz cuando no la hay del generador.
Un mes más acabado
y un momento para dar gracias a Dios por lo vivido, especialmente los misterios
de su resurrección y a María, patrona de África por su protección y a don Bosco
por su compañía.
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