Crónica de las experiencias vividas en Bo (Sierra Leona) por el misionero salesiano Antonio Gutiérrez
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lunes, 29 de abril de 2019
29 de Abril de 2019
Lunes
He dormido bastante
bien y los efectos de las pastillas hacen su trabajo. Me levanto envuelto en
sudor y con mal cuerpo, pero me incorporo a la vida comunitaria.
Tenemos la reunión
de los lunes y después, como sigo sudando, me cambio la camiseta y me voy a ver
a los maestros que están en clase durante el periodo que los alumnos están de
vacaciones. Me encuentro con ellos en el recreo y veo que hay también buen
número de conocidos en las clases; incluso quienes no me conocen vienen a
ofrecerme plantas de moringa que tienen en un vivero… y lo que me llama la
atención, varios más me vienen a pedir que les ayude económicamente… Luego
pienso en la situación de la gente joven y en el nada que se les ofrece como
posibilidades y me motivo para seguir estando con la gente de los pueblos y
hacerles ver que merece la pena ir a la escuela, pero que merece la pena trabajar
en el campo.
Sigo sudando y
cambiando camisetas y duermo un buen rato la siesta para después seguir
haciendo algo, antes de dejarme abatir por la malaria. Estoy preparando
semillas de aguacates para plantar en el campo y también tengo una reunión con
los maestros cuando acaban las clases. Les animo en el trabajo, pues veo que la
situación no es fácil.
Estoy un rato
preparando lo que tengo que hacer para mañana y vuelvo a otra reunión con los
conectores para ver qué hacer con la gente de los pueblos en la que estamos
haciendo pozos o donde pensamos hacerlos, pues motivar al personal es
importante para todos en el trabajo que tenemos con ellos.
Me tomo un poco de
fruta para la merienda y me tomo las pastillas y me echo un rato, despertando
casi a las doce, cuando se ha ido la luz del generador y todo está en la
oscuridad y el silencio…
Me doy una vuelta
por el comedor, me tomo un poco de agua y una fruta, escribo la crónica y me
vuelvo a dormir.
He dormido bastante
bien y los efectos de las pastillas hacen su trabajo. Me levanto envuelto en
sudor y con mal cuerpo, pero me incorporo a la vida comunitaria.
Tenemos la reunión
de los lunes y después, como sigo sudando, me cambio la camiseta y me voy a ver
a los maestros que están en clase durante el periodo que los alumnos están de
vacaciones. Me encuentro con ellos en el recreo y veo que hay también buen
número de conocidos en las clases; incluso quienes no me conocen vienen a
ofrecerme plantas de moringa que tienen en un vivero… y lo que me llama la
atención, varios más me vienen a pedir que les ayude económicamente… Luego
pienso en la situación de la gente joven y en el nada que se les ofrece como
posibilidades y me motivo para seguir estando con la gente de los pueblos y
hacerles ver que merece la pena ir a la escuela, pero que merece la pena trabajar
en el campo.
Sigo sudando y
cambiando camisetas y duermo un buen rato la siesta para después seguir
haciendo algo, antes de dejarme abatir por la malaria. Estoy preparando
semillas de aguacates para plantar en el campo y también tengo una reunión con
los maestros cuando acaban las clases. Les animo en el trabajo, pues veo que la
situación no es fácil.
Estoy un rato
preparando lo que tengo que hacer para mañana y vuelvo a otra reunión con los
conectores para ver qué hacer con la gente de los pueblos en la que estamos
haciendo pozos o donde pensamos hacerlos, pues motivar al personal es
importante para todos en el trabajo que tenemos con ellos.
Me tomo un poco de
fruta para la merienda y me tomo las pastillas y me echo un rato, despertando
casi a las doce, cuando se ha ido la luz del generador y todo está en la
oscuridad y el silencio…
Me doy una vuelta
por el comedor, me tomo un poco de agua y una fruta, escribo la crónica y me
vuelvo a dormir.
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