Crónica de las experiencias vividas en Bo (Sierra Leona) por el misionero salesiano Antonio Gutiérrez
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viernes, 5 de abril de 2019
5 de Abril de 2019
Viernes
Me ha costado mucho
encontrar el sueño, por una parte a cuenta del calor, pero yo creo que hay algo
más. He tenido tiempo para rezar y pensar en muchas cosas.
Cuando el
despertador llama estoy en vela y me apresto a llamar a quien me llevará en la
moto a rezar a Tikonko. Viene puntual y llevamos dos cajas de libros una para
Tikonko y la otra la dejamos en Lembema, donde saludo de forma especial al niño
que es sordomudo y cuando el que me ha llevado en moto me dice que conoce una
escuela para sordos en Bo, a la vuelta vamos directamente en su busca.
Me encuentro con un
grupo de chavales que tienen problemas para hablar y me entretengo un momento
con ellos por gestos. Creo que nos hemos hecho amigos, aunque el objetivo
era saber si podía encontrar una plaza
para el de Lembema y me han ofrecido algo después de las vacaciones de semana
santa.
Cuando vuelvo a
casa ya han salido los de la peregrinación diocesana y me voy directamente a
descansar un rato, pues estoy cansado y descansar es lo mejor que puedo hacer.
Me llama el
mecánico que le coche tiene problemas de piezas y, como los otros han ido a la
peregrinación, allá voy a ver qué pasa. La realidad es que un coche que le
metes en la pista de forma regular es un coche que se fastidia antes de lo que
puedas pensar. Y seguiremos esperando si nos vienen las piezas o si se ofrece
otra solución.
Después de comer
estoy leyendo un rato y luego voy al mercado y a buscar precios de baterías que
me ha pedido Carlos. Luego voy a la finca y estoy en el viacrucis de Towama
para volver a casa en el taxi moto de tres ruedas que nunca había usado hasta
ahora.
Me encuentro
cansado y me voy a dormir pronto, aun sabiendo que mañana no hay prisa por
levantarse, pero el cuerpo no me da para más.
Me ha costado mucho
encontrar el sueño, por una parte a cuenta del calor, pero yo creo que hay algo
más. He tenido tiempo para rezar y pensar en muchas cosas.
Cuando el
despertador llama estoy en vela y me apresto a llamar a quien me llevará en la
moto a rezar a Tikonko. Viene puntual y llevamos dos cajas de libros una para
Tikonko y la otra la dejamos en Lembema, donde saludo de forma especial al niño
que es sordomudo y cuando el que me ha llevado en moto me dice que conoce una
escuela para sordos en Bo, a la vuelta vamos directamente en su busca.
Me encuentro con un
grupo de chavales que tienen problemas para hablar y me entretengo un momento
con ellos por gestos. Creo que nos hemos hecho amigos, aunque el objetivo
era saber si podía encontrar una plaza
para el de Lembema y me han ofrecido algo después de las vacaciones de semana
santa.
Cuando vuelvo a
casa ya han salido los de la peregrinación diocesana y me voy directamente a
descansar un rato, pues estoy cansado y descansar es lo mejor que puedo hacer.
Me llama el
mecánico que le coche tiene problemas de piezas y, como los otros han ido a la
peregrinación, allá voy a ver qué pasa. La realidad es que un coche que le
metes en la pista de forma regular es un coche que se fastidia antes de lo que
puedas pensar. Y seguiremos esperando si nos vienen las piezas o si se ofrece
otra solución.
Después de comer
estoy leyendo un rato y luego voy al mercado y a buscar precios de baterías que
me ha pedido Carlos. Luego voy a la finca y estoy en el viacrucis de Towama
para volver a casa en el taxi moto de tres ruedas que nunca había usado hasta
ahora.
Me encuentro
cansado y me voy a dormir pronto, aun sabiendo que mañana no hay prisa por
levantarse, pero el cuerpo no me da para más.
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