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lunes, 12 de mayo de 2014

12 de Mayo de 2014

Lunes

    Para la celebración del a misa están Peter y los diáconos que serán ordenados curas en el mes de julio. Así tengo ocasión de encontrarme con ellos y conocerlos. Después del desayuno salen de viaje, así que el tiempo que los he visto ha sido muy limitado, esperemos que tengamos más ocasiones posteriormente.
       Jos va a una reunión de una ong a Tikonko y yo paso la mañana estudiando lengua lo que puedo. Hace calor y se suda, pero se puede soportar.
         Después de comer y la siesta, todavía trabajo un rato en la lengua y leyendo; y luego salgo hacia el pueblo donde ayer me prometieron que rezarían el rosario hoy. El hecho de llegar es un acontecimiento, pues los niños tienen costumbre de venir a saludarme calurosamente y eso les llama la atención a los mayores, porque además no es sólo el saludo, sino que nos paseamos por el pueblo con algarabía y saludando a la gente, lo que me hace estar empapado de sudor y con los niños colgados de las manos y agarrados a mi ropa, que va cogiendo tinte, porque los niños destiñen, en especial por las manos; pero todos me saludan y a todos doy la mano y lo de la camisa o el pantalón lo soluciona la lavadora, y una sonrisa de un niño, vale por todo lo que pueda tener de inconveniente de cualquier otro tipo.
      Preparando las cosas, visitando a la gente, hablando con unos y otros, me voy dando cuenta de lo que se cuece en los diferentes sitios y uno de los problemas serios que descubro es la cuestión de la bebida. Hay adultos que beben y no se controlan… Hoy he comenzado hablando con uno particularmente y con amabilidad le he hecho ver que así no vamos a ir lejos. Me ha prometido que lo dejará… Por lo menos le he pedido a María Auxiliadora que le ayude y veremos a ver cómo lo hago con alguno más en la próxima visita.
       El rosario ha sido sobrio y participado, en lengua local, en la que bastantes de los niños no saben aún las oraciones. Ha habido menos gente que ayer, pero por lo menos  la oración se ha hecho y me han prometido que mañana lo harán también. Yo no puedo ir donde ellos todos los días, pues hay otros pueblos que rezan y a todos quiero acompañar.

       Me despido de ellos, muchos me acompañan hasta el coche y de nuevo me prometen que mañana rezarán juntos. Que Ella les asista.

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