Para la
celebración del a misa están Peter y los diáconos que serán ordenados curas en
el mes de julio. Así tengo ocasión de encontrarme con ellos y conocerlos.
Después del desayuno salen de viaje, así que el tiempo que los he visto ha sido
muy limitado, esperemos que tengamos más ocasiones posteriormente.
Jos va a
una reunión de una ong a Tikonko y yo paso la mañana estudiando lengua lo que
puedo. Hace calor y se suda, pero se puede soportar.
Después de comer y la siesta, todavía trabajo un rato en la lengua y
leyendo; y luego salgo hacia el pueblo donde ayer me prometieron que rezarían el
rosario hoy. El hecho de llegar es un acontecimiento, pues los niños tienen
costumbre de venir a saludarme calurosamente y eso les llama la atención a los
mayores, porque además no es sólo el saludo, sino que nos paseamos por el pueblo
con algarabía y saludando a la gente, lo que me hace estar empapado de sudor y
con los niños colgados de las manos y agarrados a mi ropa, que va cogiendo
tinte, porque los niños destiñen, en especial por las manos; pero todos me
saludan y a todos doy la mano y lo de la camisa o el pantalón lo soluciona la
lavadora, y una sonrisa de un niño, vale por todo lo que pueda tener de
inconveniente de cualquier otro tipo.
Preparando las
cosas, visitando a la gente, hablando con unos y otros, me voy dando cuenta de
lo que se cuece en los diferentes sitios y uno de los problemas serios que
descubro es la cuestión de la bebida. Hay adultos que beben y no se controlan…
Hoy he comenzado hablando con uno particularmente y con amabilidad le he hecho
ver que así no vamos a ir lejos. Me ha prometido que lo dejará… Por lo menos le
he pedido a María Auxiliadora que le ayude y veremos a ver cómo lo hago con
alguno más en la próxima visita.
El rosario
ha sido sobrio y participado, en lengua local, en la que bastantes de los niños
no saben aún las oraciones. Ha habido menos gente que ayer, pero por lo menos
la oración se ha hecho y me han
prometido que mañana lo harán también. Yo no puedo ir donde ellos todos los
días, pues hay otros pueblos que rezan y a todos quiero acompañar.
Me despido
de ellos, muchos me acompañan hasta el coche y de nuevo me prometen que mañana
rezarán juntos. Que Ella les asista.
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