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jueves, 8 de mayo de 2014

8 de Mayo de 2014

Jueves

  Amanece nublado, pero la lluvia no llega. Paso la mayor parte de la mañana estudiando lengua, además de hablar con Uba y tratar de conectar en internet, que hoy no ha funcionado hasta la noche, ni siquiera en los cibers de la ciudad.
       Por la tarde voy a pueblos. Primero intento visitar Lembema. El maestro está presente, pero es él mismo quien me dice que la gente está en las fincas trabajando. De ello deduzco que la hora que él mismo me ha sugerido no se ajusta a la realidad. Prometo volver el domingo por la tarde y ver qué se puede hacer.
       En el pueblo del catequista, estudio un rato la lengua. Todavía hay muchas cosas que me resulta difícil comprender, así que a tomarlo con calma y a estudiar un poco cada día.
       Después voy para rezar el rosario en el pueblo siguiente, Balei. Primero damos una vuelta saludando a la gente que ya nos vamos conociendo. Hay una furgoneta que está cargando hojas de mandioca para llevar a la capital. Lo cierto es que son verdaderos artistas cargando vehículos hasta los topes.
       La mujer del maestro tiene malaria, pero a pesar de todo viene a rezar el rosario en la casa de una familia vecina. Comenzamos una veintena; pronto se añaden otros y pasamos de la cuarentena, de los que más de la mitad son críos.
      Si al principio la cosa empezó normal, luego se animó con la visita de una señora fuera de su juicio, que nos ayudaba a acomodar a los críos con el consiguiente jaleo y risas de los asistentes. Por fin se sentó junto a mí y cuando se pasaba demasiado, un ligero toquecito le hacía volver a su sitio. Así estuvimos ten con ten hasta que en las letanías acabó marchándose, pero para estas alturas ya había recorrido varias veces la asistencia y montado varios tinglados, de forma que aquello en algunos momentos parecía más la feria que el rezo del rosario.
      Me llamó la atención el respeto que tienen a los locos y cómo no se meten con ella. No he preguntado, pero imagino que es más o menos lo mismo en todos los sitios. Los cuerdos piensan que los locos te pueden revolver tus espíritus, por lo que les tienen un gran respeto, pero la gozan viendo a los críos que no son conscientes como los mayores, meterse con ellos y hacerles cualquier perrería.
      Después de dar la bendición, ya tenía una buena procesión dispuesta a viajar en el vehículo, de forma que estábamos llenos desde la salida, que se retrasó un poco, pues me vino a hablar uno de los maestros para decirme el problema que tiene de agua en la escuela.
       Como los otros maestros estaban también cerca, les llamé y nos entretuvimos un rato hablando de la escuela y los problemas que tiene y cómo tratar de hacer que los padres de los alumnos participen y colaboren en la educación de los hijos.
       Si ahora mismo no se puede ofrecer ninguna solución rápida, por lo menos hemos quedado en reunirnos de vez en cuando y tratar de sensibilizar a los padres de los alumnos y que la colaboración sea regular. Pero esto no me parece que sea materia para este curso o el que viene. Por lo que voy viendo, hacer cambiar las actitudes no es fácil, ni la gente está tan predispuesta a cambiar su costumbre.
      Para finalizar les propuse que cada día rezaríamos unos por los otros y todos por que los problemas de la escuela encuentren una solución lo más pronto posible.

       Cuando llego a casa lo primero que hago es cambiarme la ropa y ponerla a remojar, pues he tenido doble sesión de niños en dos pueblos y que te sigan una docena de críos colgados de cada una de tus manos, da para muchas anécdotas y también permite que tu ropa vaya cogiendo color, de forma que al llegar a casa en lo primero que pienso es en cambiarme, porque entre los niños y el sudor, la lavadora tendrá que hacer horas extras.

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