Amanece nublado,
pero el día acaba abriendo, aunque no hace calor y no sudas como otros días. La
mañana se pasa entre limpiezas y largo tiempo dedicado a la lengua; además de la
visita al pozo, que está tapado para que no entre el agua o se caiga alguna
persona o animal, mientras reflexionamos sobre cómo seguir.
Viene a verme la monja que lleva lo del pozo y hablamos durante un buen
rato. Vemos que lo que hay que
hacer es cimentar lo que está ya hecho antes de que la lluvia lo reblandezca y
luego esperar a ver de encontrar una solución a la piedra.
Hoy ha
recomenzado las clases el cocinero, pues había dejado las cosas un poco en
espera y, hablando con él se ha motivado y va a hacer el trabajo de la cocina y
seguir las clases. Está animado y contento y se siente seguro de sí mismo. He
hablado con frecuencia con él y le he
animado a hacer todo lo que pueda en su formación y a adquirir todos los
conocimientos posibles en diferentes campos, uno de ellos la cocina.
Cuando le
hablo le veo motivado y contento y queriendo hacer varias cosas al mismo tiempo
para demostrarse a sí mismo que es capaz de hacerlo y que lo puede hacer bien.
Yo le animo y le ayudo a organizarse y eso le da ganas de esforzarse y hacer
bien las cosas y noto que sigue mis sugerencias y se siente cómodo en lo que
hace, pues se lo toma como un reto que puede afrontar. Me alegro por él porque
hace un mes se encontraba en situación bien diferente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario