Celebramos
la fiesta de María Auxiliadora en casa. Para la misa hoy somos cuatro. Han
venido un diácono y Agustín el coadjutor que se prepara para la profesión
perpetua. Estamos contentos de su visita. Desayunamos juntos y luego hablamos un
rato hasta que se van a sus obligaciones.
Ayer pagamos el
recibo de la luz y hoy tenemos problemas, parece ser de conexión. Vienen a
repararlos y tenemos luz a ratos durante el día, pero por la noche tenemos que
poner el grupo. Hay más demanda de la que se puede ofrecer y se reparte la
corriente por zonas, lo que hace que estemos a ratos sin luz para que llegue a
otros.
Por la
tarde voy a los pueblos y hoy toca reunión de parejas. Donde la semana pasada
había ocho esta semana había dos enteras y cuatro medias. La situación es
comprensible y tienes que tener la paciencia suficiente para que la gente se dé
cuenta de que son ellos los que tienen que ser responsables de sus actos.
Paciencia y a seguir. Por lo menos los que están se sienten bien y la
participación es buena. Hay alguien que ha tenido un accidente y por suerte no
ha sido grave y se hace presente en la reunión y los otros le felicitan por el
esfuerzo.
Acabamos
rezando el rosario, donde les invito a rezar a María Auxiliadora por China, como
pidió el papa el miércoles y por el viaje que está realizando por Oriente Medio.
La bendición, como cada día, les invito a llevarla con ellos a cada una de las
personas que están en su casa y a los que más la necesiten.
La vuelta
es pasada por agua, pero es algo a lo que ya estamos acostumbrados y también nos
paramos un momento en la parroquia para encontrarnos con el párroco y ponernos
de acuerdo en algunos asuntos.
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