La mañana
la dedico como de costumbre a la lengua. Es algo que pide mucha paciencia y
constancia y especialmente cuando te lo tienes que tomar sin un profesor que te
pueda orientar bien. Pero ya lo he hecho varias veces y espero que una más
también salga adelante.
Por la
tarde voy a Nyagorehun, el pueblo del catequista y, me dicen que ha ido a otro
pueblo. Aprovecho para hacer unas cuantas fotos de los campos, hoy san Isidro y,
como ya he visto varias veces el pueblo anterior, hoy me pongo en marcha por un
sendero hacia otro de los pueblos cercanos.
En
el camino me encuentro con gente conocida, unos que van o vienen y otros que
trabajan en sus campos. Cuando ya estaba cerca del pueblo y casi decidido a
volverme porque había que atravesar un riachuelo, aparece Daniel, el responsable
de la comunidad que me dice que su hijo pequeño, tiene dos años, le ha dicho que
yo estaba por este camino.
Juntos
visitamos el pueblo, Mojibeh, donde nos reciben contentos. Hay muchos rostros
que conozco, pues suelen venir a Nyagorehun para la misa y este pueblo está a
unos veinte minutos de marcha, pero no tiene camino de vehículos, es un sendero
que incluso las motos lo tienen mal para poder circular.
Saludando
a la gente es lo que me han hecho ver, que no tienen camino y que no tienen
pozo. Lo del camino lo he visto bien claro, pues he venido andando y es un paseo
agradable, pero estar aislado no es nada interesante. Lo del pozo les he dicho
que podemos pensar en hacer algo en la próxima estación seca, siempre que estén
dispuestos a colaborar.
Me han
dicho que lo harán. Veremos a ver a lo que llegamos. También me ofrecen agua y
veo que es buena y se puede beber, no está contaminada. Me dicen que la sacan
del arroyo que pasa a casi un kilómetro por el camino. Para las mujeres ya es
una buena caminata, y sobre todo la vuelta, bien cargadas.
Daniel ha venido para rezar el rosario con ellos y se queda, yo me vuelvo
al pueblo del catequista con el hijo de Daniel. Aquí rezamos el rosario, hoy no
muchos y al final hasta aparecen dos hombres del pueblo que visitamos el martes
y me dicen que piensan venir a la reunión de parejas el sábado.
Para la vuelta
ya tengo candidatos a viajar y más que me encuentro en el camino que vuelven de
los campos. El vehículo está bien lleno hasta Tikonko y después traigo a uno que
tiene una rueda pinchada de un vehículo. Por aquí es muy normal viajar sin rueda
de repuesto y cuando pinchas, tener que esperar hasta que alguien pasa, te
lleva, reparas la rueda en la ciudad y vuelves con ella, mientras los pasajeros
esperan pacientemente a la sombra o, si es por la noche, como hoy, a la luz de
la luna.
Cuando
llego a la ciudad la lluvia comienza y es un chaparrón intenso. Llegar a casa se
hace complicado y descender del vehículo si no te quieres mojar también. Espero
unos diez minutos y al final me decido a salir sabiendo que me voy a calar, pero
no me preocupa mucho porque la ducha ya me la iba a dar también, pues el sudor
es algo que te acompaña constantemente y empapas la ropa que llevas.
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