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viernes, 9 de mayo de 2014

9 de Mayo de 2014

Viernes

Hoy nos ha venido de nuevo la luz, lo ha hecho un poco antes de la media noche y se ha ido más tarde, hacia las ocho. Ya es un progreso y, esperemos que sigamos avanzando, pues vivir sin luz es algo que te limita mucho en tus posibilidades de emplear la noche para hacer cualquier trabajo.
      La mañana está nublada y un día plomizo me da unas ganas de dormir, que me tengo que imponer por fuerza, sobre todo en el tiempo que paso estudiando lengua.
       Por la tarde voy a rezar a un pueblo en el que ya he estado esta semana y que creo que no se lo esperaban ni imaginaban que pudiera presentarme, así que la sorpresa también juega su papel.
       Para empezar, me tropiezo en el camino con los dos maestros que cada uno por sus motivos están de viaje; esto me permite encontrarme en el pueblo con la gente de allí y ver lo que hacen cuando los maestros no están.
      Uno con quien suelo hablar me dice que intentará dirigir el rosario lo mejor que pueda ya que los maestros no están presentes. Le digo que no se preocupe demasiado, y  que estoy seguro que lo hará bien.
       Tengo tiempo para darme una vuelta por las casas y hablar acá y allá, primero con unos jóvenes que apenas hablan inglés, pero que nos pasamos un rato agradable estando  juntos; luego viendo cómo varios hombres juegan  a un juego que no conocía hasta ahora, son una especie de peonzas hechas con una semilla de coco pequeña y que con un mango la hacen girar sobre una estera que han extendido en un recipiente que permite tener un espacio cóncavo.
      Las peonzas son del tamaño de un chupachups y el palito es como el mango del mismo. Las hacen girar con fuera al tirarlas sobre la estera y darles movimiento giratorio agarrando el mango con las dos manos y deslizándolas en sentido contrario.
       Las peonzas salen girando con fuerza sobre la estera cóncava y cuando se encuentran una con otra salen despedidas. Gana la que echa a las otras fuera y queda dentro, pues pasa con frecuencia que con la fuerza del choque todas salen despedidas de la estera.
       Después estuve desgranando cacahuetes en otra tertulia y el que mejor hablaba inglés y llevaba la voz cantante me dijo que le encantaba el fútbol y que conocía equipos españoles y que le gustaría viajar a España. En esto no creo que sea original, pues en todas partes eso de ir a Europa priva…
       Dedico ratos a estar en contacto con la gente en los pueblos, pues creo que es la manera de hacerse conocer y que te sientan cercano y que vean que quieres estar con ellos… Lástima que todavía la lengua vaya para largo.
       A la hora del rosario, nos encontramos en la casa de uno de los maestros ausentes y no hay tantos como el día pasado pero creo que las cosas se hacen con sobriedad y dignidad y la gente nos ve rezar y nos respeta.
        A la vez que rezamos, está oscureciendo y ves las otras personas que no rezan con nosotros haciendo sus labores. Hoy me ha llamado la atención ver cómo las gallinas que tiene pollos están acostumbradas a entrar en unos cestos en las que también las llevan al campo cuando van a trabajar para que se puedan alimentar de insectos, particularmente de termitas.
        Acabamos el rosario, les doy las gracias y les felicito por su presencia, les doy la bendición y me encamino hacia casa. Hoy no hay nadie que venga desde el pueblo, pero a lo largo del camino te encuentras a mucha gente que vuelve de sus fincas y están muy contentos cuando al llegar a su altura te paras y les invitas a entrar. Hoy he tenido media docena para llegar al primer pueblo y todavía en el tramo de camino siguiente he vuelto a cargar, esta vez había más de una docena, algunos de los cuales conocía ya de otras veces y cuando hemos llegado a su destino me han agradecido el que les haya traído.
        Me parece que es una buena forma de darte a conocer, como quien les hace un servicio que, por lo general, pocos conductores hacen.


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