Hoy nos ha
venido de nuevo la luz, lo ha hecho un poco antes de la media noche y se ha ido
más tarde, hacia las ocho. Ya es un progreso y, esperemos que sigamos avanzando,
pues vivir sin luz es algo que te limita mucho en tus posibilidades de emplear
la noche para hacer cualquier trabajo.
La mañana está
nublada y un día plomizo me da unas ganas de dormir, que me tengo que imponer
por fuerza, sobre todo en el tiempo que paso estudiando lengua.
Por la
tarde voy a rezar a un pueblo en el que ya he estado esta semana y que creo que
no se lo esperaban ni imaginaban que pudiera presentarme, así que la sorpresa
también juega su papel.
Para
empezar, me tropiezo en el camino con los dos maestros que cada uno por sus
motivos están de viaje; esto me permite encontrarme en el pueblo con la gente de
allí y ver lo que hacen cuando los maestros no están.
Uno con quien
suelo hablar me dice que intentará dirigir el rosario lo mejor que pueda ya que
los maestros no están presentes. Le digo que no se preocupe demasiado, y que estoy seguro que lo hará
bien.
Tengo
tiempo para darme una vuelta por las casas y hablar acá y allá, primero con unos
jóvenes que apenas hablan inglés, pero que nos pasamos un rato agradable
estando juntos; luego viendo cómo
varios hombres juegan a un juego
que no conocía hasta ahora, son una especie de peonzas hechas con una semilla de
coco pequeña y que con un mango la hacen girar sobre una estera que han
extendido en un recipiente que permite tener un espacio cóncavo.
Las peonzas son
del tamaño de un chupachups y el palito es como el mango del mismo. Las hacen
girar con fuera al tirarlas sobre la estera y darles movimiento giratorio
agarrando el mango con las dos manos y deslizándolas en sentido
contrario.
Las
peonzas salen girando con fuerza sobre la estera cóncava y cuando se encuentran
una con otra salen despedidas. Gana la que echa a las otras fuera y queda
dentro, pues pasa con frecuencia que con la fuerza del choque todas salen
despedidas de la estera.
Después
estuve desgranando cacahuetes en otra tertulia y el que mejor hablaba inglés y
llevaba la voz cantante me dijo que le encantaba el fútbol y que conocía equipos
españoles y que le gustaría viajar a España. En esto no creo que sea original,
pues en todas partes eso de ir a Europa priva…
Dedico
ratos a estar en contacto con la gente en los pueblos, pues creo que es la
manera de hacerse conocer y que te sientan cercano y que vean que quieres estar
con ellos… Lástima que todavía la lengua vaya para largo.
A la hora
del rosario, nos encontramos en la casa de uno de los maestros ausentes y no hay
tantos como el día pasado pero creo que las cosas se hacen con sobriedad y
dignidad y la gente nos ve rezar y nos respeta.
A la vez
que rezamos, está oscureciendo y ves las otras personas que no rezan con
nosotros haciendo sus labores. Hoy me ha llamado la atención ver cómo las
gallinas que tiene pollos están acostumbradas a entrar en unos cestos en las que
también las llevan al campo cuando van a trabajar para que se puedan alimentar
de insectos, particularmente de termitas.
Acabamos el rosario, les doy las gracias y les felicito por su presencia,
les doy la bendición y me encamino hacia casa. Hoy no hay nadie que venga desde
el pueblo, pero a lo largo del camino te encuentras a mucha gente que vuelve de
sus fincas y están muy contentos cuando al llegar a su altura te paras y les
invitas a entrar. Hoy he tenido media docena para llegar al primer pueblo y
todavía en el tramo de camino siguiente he vuelto a cargar, esta vez había más
de una docena, algunos de los cuales conocía ya de otras veces y cuando hemos
llegado a su destino me han agradecido el que les haya traído.
Me
parece que es una buena forma de darte a conocer, como quien les hace un
servicio que, por lo general, pocos conductores hacen.
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