Durante la
noche llovió y la mañana amanece con niebla que poco a poco se va cambiando en
día abierto con nubes. Viene a visitarnos Paul, el encargado de vocaciones y
Salomon, uno de los diáconos que se van a ordenar y vamos al colegio de
secundaria Cristo Rey y tenemos un encuentro con una clase para hablar de la
vocación. La experiencia es agradable y hay gente interesada en conocer mejor a
los salesianos. Pensábamos poner una peli, pero no ha habido forma de hacer
llegar la corriente. Otra vez será.
Los
dos salesianos comen con nosotros y después Jos les lleva a su casa, mientras yo
duermo un rato la siesta y luego me preparo para ir a Lembema, el pueblo en el
que no he tenido muy buenas sensaciones en los últimos encuentros.
Hoy
uno de los maestros está disponible, el otro aparece más tarde y finalmente
acabamos rezando el rosario media docena de adultos, entre ellos una mujer y dos
docenas de críos.
Como
han visto que ha habido dos calendarios que los tienen dos maestros, otros dos
me han pedido que les consiga uno para ellos. He pensado en llevarles a María
Auxiliadora y encomendarle a Ella el trabajo que no sé por dónde empezar. No es
la primera vez y Ella sabe cómo hacer. Me estoy acordando de una vez que me
echaron los musulmanes de un pueblo y yo les sembré de medallas de María
Auxiliadora diciendo: “son tus hijos, lo que yo no puedo hacer encárgate Tú”.
Hoy hay una comunidad floreciente en ese pueblo… Pienso que no sea menos en el
caso presente.
La vuelta a casa
ha sido tranquila y sin sobresaltos, sí acompañado de gente que encuentras en el
camino y que muestran su satisfacción cuando les invitas a montar en el vehículo
y yo contento de poderlo hacer y que sientan la alegría de que les has ahorrado
una caminata.
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