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domingo, 25 de mayo de 2014

25 de Mayo de 2014

Domingo

      Domingo y salir temprano van de la mano. Jos se queda en Tikonko y yo voy a Valehun. La pista está mojada, pero practicable. La gente va viniendo, los que vienen, pues hay una ceremonia tradicional con procesión incluida y las mujeres que suelen estar en la iglesia, hoy están en la procesión, lo que nos hace ver que la religión tradicional es algo que aún tira enormemente y que si quieres meter a Jesús en sus vidas, te lo tienes que tomar a largo plazo y con catecismo bien sólido.
      Por lo menos la celebración es alegre y festiva, la homilía participada y los maestros que hoy están presentes, se sienten aludidos en el ejemplo que les pongo para la comprensión de la Palabra, pues les hablo de las características del lápiz, que deja huella; que lo importante es su interior, la mina; que hay que afilarle para que esté en forma; que se deja borrar cuando se equivoca y, que está guiado por una mano, en la que vemos a Dios que interviene en nuestras vidas. Les gusta el ejemplo y lo siguen con interés.
        Pedimos por la iglesia de China y por el viaje del papa a Tierra Santa, así como por la comunidad y los de la procesión de la religión tradicional que pasan haciendo ruido cerca de nosotros mientras rezamos.
        En el pueblo siguiente se repita más o menos la misma cosa, pero con la misa, y la experiencia es la misma. Hoy la misa ha sido en Balei. Estamos apretados porque es en una clase, ya que no hay iglesia y es de reducidas dimensiones, lo que hace que la incomodidad se deje sentir en la atención de los críos.
       Tras varias veces en las que al final de la misa la gente se toma el vehículo por asalto, hoy les he dicho que voy a decidir quién va a entrar y, por supuesto no hay discusión. Entran un señor y una señora mayores y todas las madres que tienen niños pequeños. No sé qué les habrá parecido, pero por lo menos un día les he querido hacer ver que hay algo que se llama respeto a los mayores y a las mujeres. Hay un hombre que ha venido a felicitarme por lo que he hecho. Y, como siempre, el vehículo está lleno.
      Por la tarde, después de la siesta el cielo está nublado y amenaza lluvia, pero se contiene. Voy a Lembema y me acompaña el catequista que hoy ha recibido la confirmación en la parroquia. Hay cosas que te preguntas cómo pasan, pero son así.
      En el pueblo hay organizado un partido de fútbol y el campo es el patio de la escuela, sitio donde nos reunimos para rezar. Así recorremos el pueblo mientras se juega el partido y al final del fútbol rezamos el rosario, pero tres adultos y diez críos. Se hace lo que se puede y se vive la experiencia de cada día. El catequista me hace ver que la bebida es la costumbre en el pueblo y que eso no ayuda mucho en cosas que te piden regularidad y constancia.
      La vuelta a casa sin novedad. Siempre hay viajeros en el camino, hoy en particular un estudiante que había salido de su pueblo por la mañana y que ha caminado varias horas para venir a Bo donde estudia. Está contento de que le hayamos traído y yo también de poder hacerle este servicio.

        Hoy hemos tenido en casa la corriente a ratos, pero por lo menos es algo que nos permite disfrutar de la luz sin el ruido del grupo electrógeno, que también es de agradecer.

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